Ta doy gracias, Padre,
por mi vida
y por la vida de cada ser humano,
porque cada una es don de tu amor;
te agradezco por los padres
que reciben con gozo y esperanza
la vida de sus hijos
y se disponen a ayudarles a crecer
y a descubrir la propia vocación.
Te pido, Padre, por aquellas parejas
que desean un hijo y no llega;
por los hijos que no han sido deseados
ni esperados y, sobre todo, por los que
no han sido acogidos:
que tu amor de Padre ayude a superar
tantas situaciones difíciles.
En este inicio de verano en que
la luz del sol llena todo,
haz que dejemos colmar nuestro corazón
por la luz de tu rostro,
que nos dejemos cautivar por la belleza
de todo lo que has creado y especialmente
por la maravilla que es cada persona.
Y que la vida de los que
te reconocemos como Padre
sea testimonio de tu amor y de tu luz,
para que nadie viva sin sentido,
nadie desprecie la propia vida
o la de los demás,
seamos todos conscientes de nuestra dignidad
y de la responsabilidad y confianza
que has depositado en nosotros.