Primera misa del P. Benjitu en su pueblo Atambua (isla de Timor, Indonesia)

16/08/2013

(Extracto de un comunicado del P. Màxim Muñoz, Provincial de los Claretianos de Cataluña)

El día 2 de agosto era el día elegido para celebrar la primera misa del P. Benjitu en su pueblo de Atambua, muy cerca de la frontera de Timor Oriental, estado independiente después de una guerra civil muy destructiva y con muchos desplazados y refugiados hacia esa zona de la parte indonesia de Timor. La familia del Benjitu fue de las que se vio obligada a marcharse.

Al llegar a casa de Benjitu, nos esperaban él con algunos familiares. Nos saludamos efusivamente, especialmente con la Sra. Isabel, la madre de Benjitu, que recordaba con cariño su estancia entre nosotros. Nos acompañaron a su casa, que está situada en un área militar, ya que el Sr. Manuel Barreto, padre de Benjitu, que murió hace unos diez años, era militar.

A la entrada de la casa, como es habitual, hicieron como el rito de bienvenida. Además de la madre del Benjitu estaban los familiares más cercanos y el que coordinó toda la infraestructura de la fiesta, uno de los jefes de aquella zona militar. El tío de Benjitu nos dirigió unas palabras de bienvenida. Después de un rato de conversación, fuimos a dar una vuelta con Benjitu por la carpa, donde se haría la eucaristía y la fiesta, y el lugar donde todo un ejército de personas estaba cocinando la cena. Saludamos a un montón de parientes y vecinos.

Después de un sencillo almuerzo, fuimos a ver la catedral de Atambua, un edificio moderno con mucha capacidad. Allí esperamos a las 15,30, hora prevista para la llegada de la comitiva que venía de casa de Benjitu. Él venía en una especie de jeep descubierto vestido con las ropas tradicionales y los signos de mando y autoridad que le corresponden como persona importante en la tribu. Le acompañaban otras personas también con trajes tradicionales. Al llegar, realizaron todo un ritual, acompañado de música, danza y cantos, que expresaba el reconocimiento de toda la tribu a su distinguido miembro.

A continuación empezó la procesión de entrada con el himno inicial, cantado por la coral de la comunidad cristiana del barrio de la familia de Benjitu. Cada comunidad cristiana de base tiene su coral, a la que dan mucha importancia. Los cantos y la música fueron excelentes y bien animados, y el Presidente, en este caso el P. Benjitu, cantó buena parte de la misa, a veces acompañado por el resto de concelebrantes. Éramos unos 15 concelebrantes, la mayor parte Claretianos, pero también diocesanos, entre los que cabe destacar el Rector de la Parroquia-Catedral. Y, en cuanto a asistentes, calculamos un millar.

La homilía, el P. Benjitu la pidió al P. Valens, que fue compañero suyo de estudios en Colmenar. Siento no poderos hacer un resumen de lo que dijo, porque no entendí nada. De vez en cuando, sin embargo, la gente, que le seguía atentamente, reía de verdad. Las oraciones de los fieles fueron cantadas por una señora con una voz fantástica. El momento de las ofrendas es muy especial. Participaron sobretodo la madre y las hermanas de Benjitu. Además del pan y el vino, llevaban paquetes bien adornados con frutas y otras ofrendas.

La eucaristía prosiguió con toda solemnidad. Más allá de las formas, estábamos allí mucha gente que agradecíamos a Dios el don de la vocación de Benjitu al ministerio sacerdotal, un gran regalo para la familia, los vecinos, los Claretianos y sobre todo para la gente que, gracias a él, como misionero claretiano presbítero, recibirá el pan de la palabra y de la Eucaristía y tantos otros regalos de parte de Dios.

En el tramo final de la eucaristía el nuevo presbítero bendijo de forma especial diversos colectivos, que se ponían de rodillas ante el altar: la familia, los sacerdotes y los maestros y compañeros de estudios. Un momento realmente bonito.

Y, antes de terminar, vinieron los parlamentos: del tío de Benjitu, en nombre de la familia, del coordinador de la fiesta, del Rector de la Parroquia-Catedral, del P. Baeza, de un servidor y del mismo Benjitu, que hizo la parte final en catalán agradeciéndome mucho la presencia en aquella celebración y la visita a su familia y su tierra. Mis palabras fueron de agradecimiento a la familia, a los Claretianos de Indonesia y Timor Leste y al mismo Benjitu por su generosidad y acogida. Subrayé el hecho de que los Misioneros Claretianos somos una gran familia que, surgida en Vic hace 164 años, hoy está extendida en 66 países; una gran familia en la que nos ayudamos unos a otros.

Terminada la eucaristía, se bendijo la mesa y, como es habitual en este tipo de fiestas, el millar de invitados pasa de forma muy ordenada por la mesa donde están las bandejas de la comida y se pone en el plato lo que le parece. Después todos se sientan en la silla donde estaban y desde allí sigue la fiesta. Finalmente empezó el baile, en buena parte animado por la hermana mayor de Benjitu, que forma parte de un grupo musical. Una parte de los bailes son tradicionales. Todos, pequeños y grandes, hacen varios círculos cogiéndose de las manos y siguen el ritmo con un punteado de pies parecido al de la sardana.

Hacia las 10 de la noche, los Claretianos nos despedimos de Benjitu y la familia y nos fuimos.