Domingo XVII del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
B
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 28 Julio 2024
Señor, gracias porque me has dado un buen corazón

Señor, gracias
porque me has dado un buen corazón
y perdona porque a menudo no lo uso.
Cuando veo que alguien tiene un problema,
pienso qué puedo hacer para ayudarle…
siempre que ello no me afecte mucho,
no me altere los planes,
no me cambie la vida.

Si todo pudiera resolverse con unas monedas
Hacer el gesto y seguir adelante.
Pero una voz interior
me dice que no basta:
hay que mirar a los ojos,
coger la mano, escuchar,
hacerse cargo del dolor del otro,
reconocer sus capacidades.

Hay que organizarse, aprender,
fijar objetivos, hacer un proyecto,
crear red, equipo, comunidad.

Y, cuando pongo manos a la obra,
sucede el milagro:
lo que pensaba que sería un sacrificio
lo vivo como un gozo,
siento que recibo mucho más de lo que doy
y me encuentro más cerca de ti.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Senyor, tot el que tenim és un do teu

Señor, en estos tiempos de crisis económica,
nos pides que seamos capaces de compartir.
Es poco lo que cada uno de nosotros
podemos aportar, pero, cuando lo hacemos,
Tú lo multiplicas de tal modo
que nadie se siente humillado
ni superior a los demás.

Solo podemos participar en la Eucaristía
si compartimos las alegrías
y las dificultades de nuestros hermanos.
Que no nos limitemos a la queja fácil
o a protestar sin buscar soluciones.

Señor, cuanto tenemos es don tuyo.
Nos das a administrar los bienes
para que los hagamos fructificar
en bien de los hermanos.

Señor, todos tenemos hambre.
Necesitamos sentirnos amados,
deseamos el calor de la amistad
y una vida familiar estable.
No siempre resulta fácil.

Señor, que en estos días de verano
encontremos algún momento de silencio
que nos ayude a discernir
lo que realmente nos conviene.

"La Missa de cada dia", de l'Editorial Claret
Nos comprometemos a seguir tu mandato: ¡Dadles de comer!

Señor, danos la habilidad
y la grandeza de corazón que tú demostraste
cuando aceptaste los panes.
Que sepamos valorar la aportación
de cada persona porque también hoy
multiplicas lo que podemos aportar.

Señor, que al recibir tu Cuerpo y tu Sangre,
tengamos presente que eres nuestra Fuerza
y nuestra medicina.

Que quienes celebramos la Eucaristía
nos sintamos un grupo compacto
reunido en torno a tu Palabra.

Cuando recibimos tu Cuerpo, Señor,
nuestras manos se convierten también
en manos eucarísticas que sacian
el hambre de los hermanos y, mientras,
nos comprometemos a seguir tu mandato:
¡Dadles de comer!

Que esta semana nos sintamos proveedores
y terapeutas de nuestros hermanos.

"La Missa de cada dia", de l'Editorial Claret
Multiplicas el alimento

Señor,
las multitudes continúan hambrientas,
tienen hambre del pan material,
hambre de cultura,
hambre de una vida digna y sin conflictos,
hambre de tu Palabra de vida eterna,
hambre del Espíritu de Amor
que ayude a cada persona
a sentirse hijo/a de Dios
y hermano/a de todos.

Los «panes» que necesita la humanidad
están en manos de unas pocas personas
y de algunas sociedades privilegiadas.
Tú continúas pidiéndonos a cada uno
los cinco panes y los dos peces
y nos traes, con insistencia, los gritos
de personas y multitudes hambrientas.

Pero muchos cerramos los ojos y los oídos
para no tener que compartir lo que tenemos.

Hazme sensible a tu llamada
para que comprenda a tiempo
«tenía hambre y me disteis de comer.»

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Haznos testigos de tu amor

Señor Jesús, queremos darte gracias
porque te ocupas de nuestros problemas
y sientes como propias nuestras dificultades
y con tu actitud nos enseñas también
que la solución pasa por nuestra generosidad
y capacidad de dar y compartir sin miedo.

Ayúdanos, Señor, a ser generosos
y a no tener miedo de compartir lo que tenemos:
bienes materiales, el tiempo, las cualidades,
el don de la fe o tu Palabra,
sabiendo que la capacidad de dar
nos dispone a recibir los dones de tu amor.

Que no nos dé miedo
a quienes te seguimos el ser pocos y “pequeños”;
que no nos preocupe tanto la cantidad,
sino vivir dignamente
la vocación de discípulos que todos hemos recibido.

En nuestro mundo,
en que una minoría opulenta malgasta y desperdicia
lo que podría aprovechar al bien común;
y donde la mayoría no tiene el mínimo necesario
para vivir con dignidad,
haznos testigos de tu amor
y amantes de la vida sencilla e incluso austera
que tú siempre viviste.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret