Aquí nos tienes, Señor,
anhelando el pan de cada día,
el alimento y palabra cotidianos,
para volver a los caminos
con alegría y renovada esperanza
y seguir siendo testigos de tu nombre,
Gracias, porque es en tu pan
que descubrimos tu Amor, que nos sobrepasa
porque no sabe de negocios, ni de deudas.
En tu pan los encontramos a todos;
a los que nos han dejado,
a los que se han alejado,
a los que llevamos en el corazón,
a los que todavía no hemos abrazado.
Gracias porque es en tu pan
que nos urge el perdón, el tuyo y el del amigo,
y aprendemos a renunciar
a tener la última palabra,
en favor de la reconciliación.
Queremos transformar nuestras indiferencias
en amor, serenar nuestra impaciencia
y vencer la tentación de la mediocridad.
Gracias porque es en tu pan
que reconocemos que todo es tuyo:
las alegrías y las penas,
las ilusiones y fracasos.
Es en tu presencia, Señor,
que hoy de nuevo te pedimos
que te hagas presente en ese pan y vino,
para saberte para siempre con nosotros.