Domingo de Ramos

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Cuaresma
Data : 
Domingo, 10 Abril 2022
Gracias, Señor, por vencer la muerte con la Vida

En el inicio de tu camino hacia la cruz, Señor,
queremos expresar
nuestro deseo de acompañarte.
Ábrenos los ojos del corazón, Señor,
porque a menudo nos ocurre
que los dolores del mundo nos abruman
y los rehuimos.

Que no seamos indiferentes
al sufrimiento cercano que nos traspasa el alma
ni al dolor que nos llega por las noticias.

Gracias por la grandeza de tu Amor
que carga con todos los dolores del mundo
a lo largo de la historia y en toda la tierra.

El dolor impuesto por el egoísmo
y las injusticias.
El dolor de la muerte, ante enfermedades
que no somos capaces de vencer.
El dolor de la soledad de las personas mayores,
de los marginados.

La desesperación de quienes no encuentran
una tierra donde arraigar,
de los que huyen de las guerras,
de las hambrunas,
de quienes no encuentran trabajo.
El dolor de las traiciones
que destrozan amistades y hogares.

Gracias, Señor, porque te ofreces
y no dejas de amar
con el amor más difícil y auténtico:
el del perdón.

Gracias por cargar
con todos los dolores y pecados del mundo;
los redimes y los transformas
en libertad, salvación y alegría.
Gracias por vencer la muerte con la Vida.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
¡Sabes a dónde vas!

Jesús
el domingo de Ramos marca el inicio
de la etapa final de tu misión.

Conoces muy bien el final de tu camino.
Conscientemente y con valentía, afrontas
el camino de la fidelidad hasta la muerte.

Durante esta semana –Semana Santa-
sigues acogiendo a cada uno tal como es: 

* el pueblo que te aclama con ramos y cantos;
* los amigos de Betania y el perfume de María;
* el odio de los dirigentes y la traición de Judas,
* el desprecio de quienes piden tu muerte;
* el miedo de Pilatos y la mofa de los soldados;
* la compasión de la Verónica y demás mujeres;
* el gesto obligado, pero solidario, del Cirineo;
* los martillazos de quienes te crucifican;
* la presencia de María y de algunos discípulos;
* la súplica del que está crucificado contigo,
* la soledad dolorosa, pero confiada, en la Cruz… 

En todo momento eres fiel al Padre y a los hombres
Y das, con amor la última gota de sangre.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Señor, tu muerte fue el desenlace final de una manera de vivir y de hacer

Señor, te rebajaste hasta la muerte
para que comprendiéramos que todo en la vida
puede ser oración y ofrenda para los demás.
Que sepamos acompañarte
cada día de esta semana.
Que compartamos contigo y con los que sufren
estos momentos de agonía.

Señor, tu muerte fue el desenlace final
de una manera de vivir y de hacer
que daba miedo a los que tenían autoridad.
En tiempos de crisis da miedo
cualquier intento de cambio.
Muchas personas están viviendo momentos
muy difíciles. Que no ahoguemos su clamor.

Señor, te quedaste solo.
Los discípulos no entendían prácticamente nada.
Los que habían recibido tus favores
tenían miedo.
Te juzgaron con mentiras, como juzgan
a los profetas de todos los tiempos.
Danos valor para no huir.
Que sepamos estar aunque sea de lejos.

Señor, aunque nos sintamos solos,
que seamos capaces de dar la mano
a los que están a nuestro lado
y compartir con ellos la fe,
la esperanza y el amor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Que se haga tu voluntad

El pueblo de Israel te aclamó
con una alegría tan frívola y pasajera
como la que viviremos hoy en las plazas
de nuestros pueblos y ciudades,
llenas de familias con niños
que quizás no han entrado nunca en una iglesia
y que no han aprendido a rezar.

Pero hoy toca bendecir las palmas
y participar de una emoción colectiva
antes de dejar a Jesús solo
ante las autoridades y camino del Calvario.

Gracias, Jesús, porque no te echaste atrás
cuando quedaste solo,
abandonado de todos los discípulos,
incluso con sentimiento de abandono de Dios.

Tú solo ante todo el mal del mundo
desencadenado contra ti,
diste la cara firme como una roca
y dijiste: “que se haga tu voluntad”.
Sólo tú podías hacerlo. ¡Gracias, Señor!

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Ayúdanos a fijar en ti, Señor Jesús, nuestra mirada

Señor Jesús, hoy queremos orar 
fijándonos en la actitud positiva 
de muchas personas:
la alegría y el entusiasmo de los que te acogieron 
al entrar en Jerusalén;
la disponibilidad de los discípulos 
para hacer todo lo que pedías 
para preparar la Pascua;
la capacidad de gestos de amor y ternura
de aquella mujer que te ungió con perfume;
el gozo de quienes compartieron contigo
la mesa de la cena pascual;
el arrepentimiento de Pedro 
al darse cuenta que no había hecho 
lo que proclamaba;
la capacidad de Simón de Cirene 
para ayudar a llevar la cruz 
a todos los que sufren;
la fe del centurión 
para confesar que tú, el condenado a muerte, 
eres el Hijo de Dios;
la valentía de José de Arimatea 
para enterrar tu cuerpo, 
y el coraje de las mujeres 
que  ante el sepulcro 
aún mantenían la esperanza.

Y, sobre todo, el Domingo de Ramos 
ayuda a fijar en ti, Señor Jesús, 
nuestra mirada y nuestro corazón 
agradecido porque has compartido en todo 
la vida humana, 
abriendo el horizonte de la vida 
más allá del sufrimiento y la muerte.

Ayúdanos a tomarnos en serio 
la invitación a orar y velar contigo 
para no dormirnos
y estar atentos a los retos de cada día.

Danos tu actitud 
serena, pacífica y confiada
ante las acusaciones, injurias, humillaciones
y la condena a muerte.

Que te sepamos reconocer y valorar como
único Señor y seguirte como único Maestro.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Nos has enseñado a confiar en un Dios que es Padre

Gracias, Señor, por acompañarnos
en nuestro camino de dolor.

Gracias por no dejarnos solos
y por cargar con nuestras cruces.

Gracias por enseñarnos
a asumir con entereza los peores momentos,
a no dejarnos llevar por la desesperación,
a saber perdonar a quienes son responsables
de nuestro sufrimiento.

Las dificultades nos desbordan,
a menudo nos sentimos abandonados por el Padre,
tememos que nuestras oraciones
no son escuchadas.

Como los ladrones que compartían contigo el mismo suplicio
podemos pedirte cuentas del sinsentido del mundo,
o bien podemos confiar,
unirnos a tu dolor
en la esperanza de que la muerte
no tiene la última palabra.

Queremos ser como el centurión,
que pese a ser testigo presencial de tu muerte,
fue consciente de la gloria de Dios
en ese preciso momento de tiniebla.

Aunque toda la tierra se oscurezca a media tarde,
aunque ocurra lo peor que pueda ocurrir,
nos has enseñado a confiar nuestro aliento,
y también nuestro anhelo,
en un Dios que, por encima de todo, es Padre.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret