Torres Nicolau, Manuel
Nació en Almacelles (Lleida) el 5 de octubre de 1874 y fue bautizado el mismo día. Sus padres se llamaban Josep y Ramona. Pronto siguió la vocación a que se sentía llamado.
Hizo el año de noviciado en Vic bajo la dirección del P. Antonio Sánchez de Val y profesó perpetuamente el 16 de julio de 1891, aniversario de la fundación de la Congregación claretiana. Contaba 16 años. Era por entonces la primera y única profesión.
Empezó filosofía en Cervera a los 17 años teniendo de prefecto al P. Juan Carpi Isac. Sus profesores fueron entre otros los PP. Bonaventura Fàbregas, Antonio Marqués Peropadre y Joaquim Gomés Solà. Era superior de la casa el P. Josep Villaró Puiggalí. Le marcaron especialmente las clases del P. Gomés, de quien luego hablaremos.
A los 21 años, a los 5 de profeso, estudiaba teología en Santo Domingo de La Calzada. Era superior el futuro general de la Congregación Martí Alsina, y prefecto el P. Santiago Martínez que nos dejó un excelente retrato moral del estudiante Manuel Torres. Es como sigue:
Cualidades físicas: Parece de naturaleza robusta aunque padece del estómago y le huele el aliento; mediano de estatura, voz regular, aspecto grave y quizá un poco altivo, complexión no bien conocida, tiene su genio.
Talento Mediano y ha dado muestras de ser algo terco en defender su parecer; en otro tiempo participó de los errores del ex-P. Gomés.
El P. Gomés había nacido demasiado pronto para su tiempo. Era de un talento superior y tenía auténtica pasión por las ciencias naturales, que se daban de coces con lo que enseñaba la cosmología escolástica de entonces. Torres se dejó encandilar como otros muchos compañeros que veían en las clases de Gomés un horizonte abierto en contraste con la doctrina común. Un nuevo informe dice de Manuel Torres:
Cualidades morales. Desde hace una temporada cuida de la observancia exterior; con todo no me satisface y me vienen temores de que no hay mucho espíritu religioso y virtud verdadera, de que es algo altivo y recalcitrante en su interior, medianamente sincero. Puede ser que esto sea aprensión mía. Carácter. Un tanto altivo, quizá algo despreocupado. Conducta. Regular; no da qué decir.
Era pues un estudiante normal, con grandes cualidades y con sus sombras que se fueron disipando con el tiempo.
En Santo Domingo recibió el subdiaconado el 15 de octubre de 1899 y el domingo siguiente el diaconado, de manos del obispo de Osma D. José García Escudero. Finalmente el 13 de junio de1900 fue ordenado sacerdote con otros insignes claretianos como Joan Postius y Ramon Ribera.
Ya sacerdote encontramos al P. Manuel Torres en Segovia donde fue profesor de alumnos externos en 1900 y el 14 de octubre de 1903 en la comunidad de Don Benito con el cargo de ecónomo de la comunidad. Dos años después, en 1905, está en Aranda de Duero,completando su formación al ministerio sacerdotal. En 1907 reside en Vic y en 1908 en Calatayud, teniendo como superior al P. Joan Busquet con quien compartiría el martirio en Lleida. El 1911 figura en la comunidad de Barbastro. Como la salud no le acompañaba, los superiores desistieron de destinarlo a México. De hecho había formulado la siguiente pregunta al Rmo. P. Nicolás García: “¿Es que no tienen los superiores la obligación de procurar mi salud antes que exigirme el sacrificio de la misma?”.
El 8 febrero de 1929 fue a Cartagena para ayudar a aquella comunidad durante la Cuaresma. Mostró su buen corazón interesándose por solucionar algún problema serio de una comunidad religiosa. A la ida y a la vuelta se detuvo en Játiva hasta el día 11 de abril. El 3 de diciembre de 1929 fue destinado a Alagón. De paso pudo detenerse un día en Almacelles, su pueblo natal. Las visitas a la familia eran bastante raras en aquellos tiempos.
La revolución le pilló en Lleida donde hacía poco que lo habían nombrado consultor 2º de la comunidad.
Era un misionero bueno y ejemplar, dice el Sr. Marcelino Sallán. Otro testigo dice de él:
Era un misionero muy fervoroso, muy sencillo y asiduo en el confesionario. En la mañana del 20 me encontré con él en la calle Caldererías e iba a la calle Mayor. Vestía todavía la sotana. Dª María logró persuadirlo para que no siguiera adelante y volviera a la comunidad.
El P. Torres era de carácter muy animado y gracioso, dice el P. Pío Tamarit. En Lleida, escribe el P. Jaume Torras, pude apreciar su carácter alegre, observante y algo enérgico. Era vivo de carácter, dice el Hno. Lluís Grau, pero piadoso y muy dedicado a la predicación y al confesonario. Era muy caritativo y apreciado de cuantos le conocieron.
En las horas que no se ocupaba en los diversos ministerios de la comunidad, pasaba largas horas estudiando y tomando apuntes de los libros que leía. Dejó unos 181 escritos de omni re scibili, que van desde las cuestiones teológicas más abstrusas hasta las propiedades del bicarbonato sódico. Ninguno de ellos iba destinado al público y casi todos son apuntes de libros leídos. Son de difícil lectura por su caligrafía menudísima. En todo momento profesa su adhesión a la doctrina de la Iglesia. Llevaba dentro el gusanillo que su antiguo y admirado profesor Gomés le metió en el alma.
El Hno. Ramón Bañuelos, marista, lo trató largamente en la cárcel y de sus labios, como de todos los demás, había oído frases de perfecta resignación al martirio que todos esperaban.
El Hno. Lluís Grau, preso también, visitó a los Padres claretianos presos como él pero en circunstancias lamentables: el P. Albi en cama, herido de un pinchazo al salir de la comunidad, al P. Torres le curaban una pierna, el P. Morell con una oreja vendada a efectos del tiroteo a la salida de Casa.
En una declaración anónima, que se puede leer a pesar de su caligrafía y sintaxis muy deficientes, se dice:
El día 24 al salir a lavarnos vi como José Tomás de arriba una galería señalaba hacia mí, a lo que un señor que iba en mangas de camisa venía a encontrarme y se dio a conocer: era Manuel Torres Nicolau el tío fraile. Me preguntó por la familia si les había pasado nada a lo que dije que no. También me dijo que estaba en el departamento 6 junto con los otros de Almacelles. Aquella noche sobre las dos se presentaron tres individuos que fueron al departamento 6. Dos llevaban un fusil cada uno; el otro llevaba una pistola colgada en el lado derecho y abrió la puerta diciendo: de cara a la pared, obedeciendo todos enseguida, blasfemando contra la madre que los parió: Vosotros sois los culpables de lo que pasa en España. Giraos de cara. También obedecieron de seguida. Uno de aquellos individuos dijo: En seguida, venga, escoge a ver quién te hace gozo. A lo que contestó uno de ellos: Esos tres, señalando hacia la fila. Venga, seguid. Exclamando: “Somos unos trabajadores” los dejaron y fueron allá a la punta: ¿Tú qué eres? Contestando: “Cura”. ¿Y tú? “Cura” y ¿tú? Fraile. Este era Manuel Torres Nicolau. Se los llevaron y al cabo de unos momentos se oyeron unos disparos. Se ve que al llegar a la calle los fusilaron.
Era el 25 de julio de 1936. Con él fueron fusilados los claretianos Artur Tamarit y Miquel Baixeras.