Jesucristo, rey del universo

Ciclo y fecha
Cicle: 
B
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 24 Noviembre 2024
Instaura, Señor, tu Reino dentro de nosotros

Señor, de nada sirve que seas
el Rey del universo
si no reinas en mi corazón.

A menudo quiero ser el rey de mi vida,
ir a lo mío sin preocuparme de los demás,
inhibirme de los problemas de mi entorno,
refugiarme en mis seguridades
y buscar siempre los primeros lugares
para recibir elogios y adulaciones.

En cambio, tú nos enseñas otro camino de realeza:
el servicio a los demás.
Si no somos capaces,
es que no mandamos en nuestra vida.
Nos mandan nuestros caprichos,
la pereza y la vanidad,
la avaricia y la envidia,
los celos y el hedonismo.

Tú nos quieres dar el control de nuestra vida
y, para que sea así,
tienes que ser el Rey de nuestro corazón,
el centro de nuestras ilusiones,
la fuerza de nuestra voluntad.

Señor, Rey del universo,
te pedimos que instaures tu Reino dentro de nosotros,
que seamos capaces de obedecerte,
siguiendo tu ejemplo,
porque eres un rey benévolo y servicial.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
¡Acuérdate de nosotros, Señor!

Señor, Jesús,
tú que eres la Palabra de Dios,
tú que eres la Fuente de la vida,
nos «has hablado» con tu muerte
mas aún que con tu vida.

Nos hablas para decirnos
qué clase de rey eres tú,
y que extraña misión es la tuya,
ésa que te ha llevado hasta la cruz.

Nos vuelves a decir que si eres rey
no es para salvarte a ti mismo.
Es para salvar a pobres y enfermos,
para salvar a quienes viven agobiados
por el peso de una vida que les supera.

Acuérdate de nosotros, Señor,
pues formamos parte de aquéllos
a quienes tú viniste a buscar y salvar.

Y haz que nosotros no olvidemos
qué clase de reino nos ofreces:
ya que el reino que nosotros soñamos
podría no ser aquel que tú anunciabas
y que te condujo al trono de la cruz.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Juicio de amor

Con toda reverencia,
Rey y juez nuestro, de toda la humanidad.
Con todo el respeto
por tus sentencias irrevocables,
déjame decirte que confío en ellas, Cristo Jesús.

Recompensarás y castigarás,
no serás injusto, Rey de la verdad.
Ni te echarás atrás en el último momento,
definitivamente -aunque no sé cómo-,
Rey de los reinos de la justicia y del amor.

No puedes defraudar a nadie,
-ni una sola víctima, de daño alguno-,
si el mundo debe tener sentido;
ni puedes anular el exceso de misericordia
que han sido tu pasión y tu cruz.

Así, no deseas la muerte sino la vida del pecador.
La paz para los pueblos oprimidos.
Y que en absoluto nadie pueda decir
que nunca ha hecho nada por los pobres.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Mi reino no es de aquí

Jesús,
nos resulta difícil aceptar que tu reino,
-el reino del Padre del cielo-,
no coincida con el deseo que nos invade
de poder y dominio en el mundo.

No nos resulta difícil «decir» que
es «el reino de la verdad y la vida,
el reino de la santidad y la gracia,
el reino de la justicia, el amor y la paz».

Pero nos cuesta algo más renunciar
al poder social e incluso político,
que algunos te han atribuido.

Que sepamos acoger tu reino
en la sencillez de la vida de servicio
y que nunca busquemos privilegios y honores
en la fe o en el compromiso cristiano.

Que comprendamos la fuerza
del espíritu que nos propones:
un amor fiel y sencillo,
dispuesto a dar la vida por los demás.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Señor, te reconozco a ti como único rey

Gran parte de nuestra identidad
se construye adhiriéndonos
a grupos determinados:
la familia, el pueblo, el país, el partido,
el club, la asociación, la iglesia…

Hasta las marcas comerciales
quieren ahora suscitar adhesiones
y construir identidad.

Señor, yo no vivo fuera del mundo
y participo de todos estos fenómenos.
Pero te reconozco a ti como único rey.
El cielo y la tierra pasarán
pero tú reinarás por siempre.
Nadie más que tú ha dado la vida por mí
y me invita al banquete eterno del Reino.

No me pides que huya del mundo
ni que me desentienda de él,
y me haces sentir libre y despierto
ante las ofertas seductoras y engañosas
que nos rodean.
Gracias por tu soberanía sobre mí.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret