Domingo IV de Cuaresma

Ciclo y fecha
Cicle: 
A
Temps: 
Cuaresma
Data : 
Domingo, 19 Marzo 2023
Los ojos del corazón ven lo esencial

Señor Jesús: a veces me siento
como ese ciego de nacimiento,
totalmente desorientado, encerrado en mi mundo,
lleno de miedos y desconfianzas
ante una realidad y unas personas
que no puedo percibir o que deformo
según mis intereses o mis miedos.

Ayúdame, Señor,
a darme cuenta de esta situación
y a tener el deseo de salir de ella, de ver claro.
Porque tal y como denunciaste de los fariseos,
a veces creo que no soy ciego,
que veo perfectamente
y todavía pretendo hacer de guía a otros
que yo considero que están ciegos.
Veo la astilla que tienen en los ojos
y soy incapaz de ver la viga
que tengo en los míos.

Señor, ¡haz que vea!,
no solo con la vista corporal,
capaz de ver el aspecto exterior,
sino con los ojos del corazón que ven lo esencial.
Solo tú, Señor, puedes abrirme la mirada
para hacerla parecida a la tuya.

Quisiera ver las cosas
y sobre todo a las personas como tú las ves:
como hijos e hijas del Padre,
con una inmensa capacidad de amor y de vida.
Quisiera verme a mí mismo como tú me miras,
como a tu hermano querido,
llamado a compartir tu vida y misión,
a pesar de mis defectos y pecados.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
La luz de la fe

Compadécete, Jesús,
de nuestra oscuridad, de la ceguera del mundo.
Tú que pasas junto a nosotros,
tú, el Enviado del cielo que convives con nosotros,
que has venido para salvarnos.

Toca nuestros ojos con la mano,
mándanos lavarnos en tu santa fuente,
donde tú nos digas, y te obedeceremos.

Permítenos contemplarte a la luz de la fe,
abiertos por ti los ojos del alma;
ahora estamos gozosos por ver, por creer,
por contemplarte y sentirte.

Ahora podemos dar testimonio de ti,
con valentía,
para que todo el mundo,
todos cuantos lo deseen, crean.
Aunque al principio no nos comprendan,
aunque nos tomen por otros,
no tenemos excusa:
sabemos que vienes de Dios.

«¡Ahora veo! Gloria a Él, por siempre».

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Señor Jesús, estás presente en el mundo como luz

Te damos gracias, Señor Jesús,
porque has pasado entre nosotros
y estás presente en el mundo como luz,
libertándonos de nuestra ceguera
con tu vida y con el don del Espíritu.

Te damos gracias porque tu vida
es totalmente transparente y no escondes nada
ni de tu persona ni del Padre.

Ayúdanos, Señor, a saber mirar
a cada ser humano y a nuestro mundo
con tus propios ojos, que son también
los ojos amorosos y misericordiosos del Padre.

Ayúdanos a ver en cada persona a un hermano
llamado a descubrir tu luz,
a recorrer con coraje el camino de la fe
y a vencer las sombras que hay en nosotros.

No nos dejes caer en la miopía o ceguera
de apreciar sólo las cosas superficiales:
la apariencia de las personas, su dinero
o las imágenes maquilladas que nos hacemos.

Haz que nos dejemos llenar de tu Espíritu
para que sepamos apreciar el valor y la vocación
que cada persona ha recibido del Padre:
de ser semejantes a ti,
el primero y más emblemático
de todos los hermanos y hermanas
de la gran familia humana
a quien el Padre ama como hijos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Hazme testigo fiel y valiente de lo que tú mismo me has permitido ver

Líbrame, Señor, de la fe ciega,
del sectarismo de los que no quieren ver
las cosas tal como son
por miedo a tener que cambiar
la mentalidad.

Líbrame también de la ceguera
de los que no ven más allá
de lo material,
que no intuyen que la belleza del mundo,
su razonabilidad
y el anhelo de bondad que hay en nosotros
son signos de un mundo espiritual
que tiene en ti su fundamento.

¡En el mundo hay tantas cosas oscuras,
enemigas de la bondad,
la justicia y la verdad!
No quiero cerrar los ojos, no quiero ser cómplice
de las mentiras cómodas
que nos enturbian la mirada.
Hazme testigo fiel y valiente
de lo que tú mismo me has permitido ver.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Gracias, Señor, llamarnos a vivir como hijos de la luz

Señor, gracias por venir
a iluminar nuestro mundo.
Gracias porque tu luz
desvanece la tiniebla.

Tú ves nuestra ceguera
y te compadeces al ver
que no sabemos hacia dónde vamos.

No te escandalizas de nuestra oscuridad,
ni nos culpas por ella,
la afrontas con coraje
para que se revele la fuerza de la salvación.

A veces no somos conscientes
de la oscuridad en que vivimos,
ni permitimos que tu luz
penetre en nuestro corazón
e ilumine los rincones más escondidos.

Queremos dejar que la luz de la Resurrección
nos abra los ojos y nos haga percibir
la realidad de una manera nueva.

Entonces, pese a pasar por cañadas oscuras,
no tendremos miedo de nada,
porque si la luz de Cristo nos ilumina el camino
no caeremos en el abismo.

Gracias por hacer de nosotros una nueva creación
y llamarnos a vivir como hijos de la luz.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret