Señor Jesús, te damos gracias
por enseñarnos el valor de la compasión
y de estar disponibles
al servicio de los que lo necesitan,
sobre todo de los que buscan
una palabra de esperanza, de orientación, de ánimo
o tienen necesidad de alguien que los escuche y los acoja.
Gracias por tantas personas que saben hacerlo,
por los que dedican tiempo de este verano
al acompañamiento de niños y jóvenes,
de personas enfermas o minusválidas,
de ancianos o de personas que viven solas;
gracias por los que han dejado
de hacer vacaciones o las harán más cortas
para estar al lado de alguien que lo necesita.
Danos, Señor Jesús,
lo que tenían quienes te buscaban
y que quizás nos falte a nosotros:
el deseo de correr hacia ti,
el anhelo de escuchar tu voz
y de estar a tu lado para aprender
a tener tus mismos sentimientos y actitudes
ante Dios, ante la vida y los hermanos.
Danos también, Señor Jesús, la capacidad
de no pensar tanto en nosotros mismos
y en nuestras necesidades,
para estar disponibles a servir,
a buscar el bien de los demás
y a saber acoger tu palabra.