Gracias, Jesús, por acercarte a nosotros
y mostrarnos que estás vivo.
No eres un cadáver,
ni mucho menos un fantasma,
Eres Alguien que nos ama con tal amor
que ni la muerte te ha podido separar
de tus amigos.
¡Qué mensaje más esperanzador!
Supera nuestras mayores expectativas.
Nosotros nos conformaríamos con vivir muchos años,
con ser inmortales y, en cambio,
Tú nos has llamado a ser criaturas eternas,
para poder disfrutar por siempre
de tu presencia.
Pero no tenemos que esperar a otra vida
para disfrutar de este don.
Hoy quieres compartir la vida con nosotros,
nos quieres mostrar tus heridas,
nos quieres hablar,
quieres hacerte presente cuando estamos en comunidad.
Jesús, estás vivo para siempre
y te quieres revelar en el dolor del mundo,
en el hambre de nuestro prójimo,
en la necesidad de compartir la vida.
Enséñanos a descubrir en el día a día
que tu resurrección es real.