Domingo XIV del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
A
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 9 Julio 2023
Que sepamos abrir el corazón al Espíritu de Vida

Padre nuestro,
las palabras de Jesús
invitan a alabarte y a agradecerte
porque eres Dios que se quiere comunicar
y relacionar con cada persona
y con toda la humanidad.

Te damos gracias por tantas personas
que abren el corazón a tu palabra,
atentas a escuchar qué deseas de nosotros,
cómo nos propones orientar nuestra vida.

Te damos gracias porque vemos tu voluntad
realizada plenamente en la vida de Jesús
y en cada uno de sus gestos y actitudes.

Por eso te pedimos coraje para decidirnos
a vivir cada día como discípulos
y compañeros de vida y de camino de tu Hijo.

Ayúdanos a no cargar a nadie fardos pesados;
antes concédenos la capacidad de aliviar
la carga pesada de cuantos sufren
por no tener casa, o trabajo estable,
o porque están enfermos
o tienen conflictos familiares.

Como enseña el Profeta, haznos colaboradores
de cuantos trabajan por un mundo de paz,
en que sepamos desterrar las armas de la guerra
y unirnos en gestos de cooperación y ayuda,
dirigiéndonos mutuamente palabras de paz.

Como exhorta el Apóstol,
haznos personas que sepamos hacer morir
todo lo que es fruto del egoísmo
y destructor de la persona
y sepamos abrir el corazón al Espíritu de Vida
que quiere enseñarnos cada día a vivir
como hijos tuyos y discípulos de Jesús.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Venid a mí

Tu corazón, Jesús, rebosa de bondad;
de tu corazón nos llegan, incesantes,
como del mar de una fuente infinita,
las plácidas olas de tu paz.
Olas de amor, magnificente y real,
o el latido divinamente humilde
de un Corazón salvífico.

Somos tan pobres
que comprendemos bien tu invitación
-«Venid a mi
todos los que estáis cansados y agobiados.»
Salid de allí donde os encontráis,
poneos del lado de Dios.
Escuchad atentos mi llamada y venid,
que el don que ofrezco de una vida bella y libre
es para todos cuantos lo deseen.

Queremos ser tus discípulos;
y, abandonando nuestras pesadas cargas,
descansar en la sabiduría de tus enseñanzas,
descansar en tu corazón suave, que sacia.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Abrir el corazón al Espíritu de Vida

Padre nuestro, las palabras de Jesús
invitan a alabarte y a agradecerte porque
eres Dios que se quiere comunicar y relacionar
con cada persona y con toda la humanidad.

Te damos gracias por tantas personas que
abren el corazón a tu palabra, atentas
a escuchar qué deseas de nosotros,
cómo nos propones orientar nuestra vida.

Te damos gracias porque vemos tu voluntad
realizada plenamente en la vida de Jesús
y en cada uno de sus gestos y actitudes.

Por eso te pedimos coraje para decidirnos
a vivir cada día como discípulos y
compañeros de vida y de camino de tu Hijo.

Ayúdanos a no cargar a nadie fardos pesados;
antes concédenos la capacidad de aliviar
la carga pesada de cuantos sufren
por no tener casa, o trabajo estable, o porque
están enfermos o tienen conflictos familiares.

Como enseña el Profeta, haznos colaboradores
de cuantos trabajan por un mundo de paz,
en que sepamos desterrar las armas de guerra
y unirnos en gestos de cooperación y ayuda,
dirigiéndonos mutuamente palabras de paz.

Como exhorta el Apóstol, haznos personas
que sepamos hacer morir todo lo que es
fruto del egoísmo y destructor de la persona
y sepamos abrir el corazón al Espíritu de Vida
que quiere enseñarnos cada día a vivir
como hijos tuyos y discípulos de Jesús.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Como un niño en brazos de su madre

Hazme este don, Señor:
que en toda circunstancia pueda sentirme
como un niño en brazos de su madre.

En el tiempo de los proyectos y las ilusiones,
a la hora de tomar decisiones de futuro
y de apostar por cosas grandes,
como un niño en brazos de su madre.

En el trabajo de cada día,
cuando apunta el cansancio
y aparece la rutina,
cuando hay que ejercitar la perseverancia
y superarse a sí mismo,
como un niño en brazos de su madre.

En las dudas y los fracasos,
cuando parece que se ha perdido el tiempo
y que el esfuerzo no valía la pena,
cuando hay que volverlo a intentar,
por caminos distintos,
como un niño en brazos de su madre.

En el dolor y la enfermedad,
cuando los pasos se hacen cansinos
y aún no se divisa la meta,
cuando parece que el tiempo se acaba…
como un niño en brazos de su madre.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Queremos aceptar tu yugo y seguirte

Te bendecimos, Padre,
Señor del cielo y de la tierra,
porque cuando nos sentimos sencillos,
cuando no nos complicamos la vida
con aspiraciones engañosas,
nos es dado a conocer el significado de tus palabras,
el sentido de tu Encarnación.

A menudo nos enredamos en preocupaciones
que alimentan nuestro afán de protagonismo.
Entonces no entendemos nada.
Creemos que te escondes de nosotros,
pero, en realidad, somos nosotros
quienes nos escondemos
detrás de la apariencia de ser sabios y expertos.

Cuando somos presuntuosos,
nos cuesta comprenderte.
Pero cuando nos sentimos débiles,
cuando reconocemos nuestras carencias,

comprendemos que vienes a rescatarnos
y te recibimos jubilosos al saber
que nos traes la paz y el reposo tan necesarios.

Nos sentimos criaturas
profundamente amadas por su Creador;
hijos de un Padre que no nos abandona;
habitados por el Espíritu de Dios.

Gracias, Jesús, por revelarnos este misterio maravilloso.
Queremos aceptar tu yugo y seguirte.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret