Hoy te pasearemos por nuestras calles,
escenario cuotidiano de los lances, ambiciones,
injusticias, también de los sueños, sonrisas,
besos y gestos solidarios
de tantos seres humanos.
Pasarás ante el pobre que mendiga,
el mafioso que trafica, la mujer que se vende,
ante quien te adora y quien te niega.
Pasarás ante el piso desahuciado y el ocupado,
ante la familia unida y la rota,
y ante el hombre solitario
que no quiere saber nada.
No te pasearemos para exhibirte,
y menos todavía para exhibirnos.
No es una demostración de fuerza
o una ocupación combativa del espacio público.
Sólo queremos llevarte a tu hábitat natural,
la vida de los hombres y mujeres que luchan
para sobrevivir y que tú amas y salvas.
Y así nos recordamos a nosotros,
los que nos llamamos discípulos tuyos,
que el resto de los días del año,
cuando transitamos por estas calles
y habitamos estas casas,
tenemos que hacerlo en tu nombre,
testigos de tu presencia,
para que no te escandalices de nosotros
cuando volvamos a sacarte a la calle.