Señor Jesús, saber que somos amados
por ti y por el Padre, nos llena de gozo
y nos mueve a agradecer este gran tesoro
que llena de sentido nuestra vida.
Te agradecemos porque esta es la base
más sólida de nuestra existencia.
Te damos gracias porque no somos huérfanos
ni estamos abandonados a nuestra suerte
en este mundo en que vivimos.
Ábrenos la mirada interior del corazón
para que podamos descubrir y vivir
todo lo que generosamente nos ofreces.
Ayúdanos a saber dar razón de ello,
para que todos los que te buscan
te puedan conocer y seguir.
Ayuda también a toda la comunidad creyente
a ser constructora, con la fuerza del Espíritu,
de la civilización del amor, del respeto,
del diálogo sincero con todas las personas,
de la paz y la fraternidad de los pueblos,
de la valoración del ser humano
por encima de todo y de cualquier interés.
Que cada comunidad cristiana pueda ser
un signo vivo de lo que tú nos propones.
Que las dificultades que encontramos cada día
no nos aparten jamás del camino
que tú has recorrido y el Espíritu nos indica.