Gracias, Jesús, por ser el camino hacia el Padre.
Gracias por ser tan transparente que,
cuando te miramos,
vemos el verdadero rostro de Dios.
Cuanto más te conocemos,
más percibimos la presencia de este Dios
que ha querido darse a conocer.
Gracias por invitarnos a seguirte,
por confiarnos la misión de ser piedras vivas
en el templo espiritual que estás construyendo.
Por llamarnos a ser un pueblo elegido,
un sacerdocio santo,
para que cuando la gente nos vea
perciba la presencia de tu Espíritu.
Reconocemos en Ti el Camino, la Verdad y la Vida.
Queremos reflejarnos en Ti
para continuar tu obra,
no a nuestra manera
ni siguiendo nuestros criterios,
sino a imagen y semejanza tuya,
para que la gente,
viendo las buenas obras que Tú nos inspiras,
alabe tu nombre
y salga del país de las tinieblas
guiados por la luz verdadera.
Gracias por permitirnos participar en esta misión.