Jesús, Señor y hermano nuestro, estamos a punto
de celebrar, un año más, tu Navidad.
Hay personas que sólo la celebrarán
consumiendo más o gozando de vacaciones.
Otros no podrán hacer ninguna celebración,
preocupados apenas por sobrevivir.
Nosotros nos proponemos celebrarla y vivirla
a partir del evangelio y renovando la fe.
Te damos gracias porque, al venir al mundo,
eres la gran señal de que Dios ama a todos,
a los que le conocen y aman como Padre
y a los que no le conocen o incluso lo rechazan.
Hoy te pedimos que, como José,
estemos abiertos a acoger el proyecto de Dios,
que no nos inventemos una fe a nuestra medida,
sino que sepamos aceptar y poner en práctica
la propuesta que Dios nos dirige,
aunque no la entendamos totalmente
o supere nuestros cálculos humanos.
Te pedimos especialmente, Señor Jesús,
que no tengamos miedo de recibirte y seguirte
como salvador y guía de la humanidad.
Que seamos capaces de creer
que Dios está realmente con nosotros,
profundamente comprometido con nuestra vida,
compartiendo nuestras alegrías y sufrimientos
y animándonos en nuestra misión
de llegar a ser hijos e hijas suyos en plenitud,
viviendo de un modo más humano y fraterno.