Te doy gracias, Padre,
por mi vida y la de cada ser humano
fruto, todas ellas, de tu amor.
Te doy gracias por todo lo que recibo
de ti y de cuantos me rodean.
Te doy gracias por el sentido y horizonte
que me ofrecen la fe y la certeza
de tu amor en mí y en todas las personas.
Te doy gracias por todo el bien
que tú realizas a través de mí,
a pesar de mis deficiencias.
Ayúdame a ser fiel, Padre,
a la misión que me has confiado:
ayudar a las personas a acercarse
a ti y a tu Hijo Jesús;
ser testigo de tu luz
que confiere sentido a la vida;
actuar sabiendo que me acompaña
tu amor de Padre.
Te pido especialmente por aquellos
a quienes la vida resulta pesada
porque no encuentran su sentido,
están agobiados por el sufrimiento
o no saben para qué existen.
Ayúdame y ayuda a toda la Iglesia
a ser, como Juan Bautista,
testigo de la luz.