Gloria a tu nombre, Cristo Rey,
que en tu poder
nos confiaste tu obra creadora
y nos dejas como prenda de tu amor
el imperativo moral de convertir el mundo
en un sitio mejor, más a tu imagen,
y nos enseñas, con tu entrega,
que la vida es gracia y es don.
Gloria a tu nombre, Señor,
que nos hace comprender
que la vida, su valor, impacto y belleza
dependen solo de las cosas
a las que decimos amén
mientras avanzamos por el camino.
Gloria a tu nombre, Crucificado,
que conoces nuestras vidas y debilidades,
las asumes en la cruz
y nos sigues llamando
a formar parte de tu reino
en una invitación a la conversión del corazón,
para vivir sencillamente
compartiendo lo que somos
y alimentando la esperanza
de quienes viven en la oscuridad.
Gloria a tu nombre, Padre del cielo y tierra,
que nos regalas el sentirnos familia,
en una valoración de lo que somos,
y nos invitas a celebrar
las cosas por las que luchamos.
Que la proclamación de tu nombre
como rey del universo nos recuerde
que no hay mayor grandeza que el servicio
y que serás todopoderoso en nuestras vidas
cuando tengamos el valor
de dejarte reinar en nuestros corazones.