Domingo XXVII del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 2 Octubre 2022
Concédenos una fe sincera

A veces, Señor, la fe nos resulta difícil
y no nos resulta tan fácil ser creyentes.
Y es que a menudo olvidamos que la fe
es un don que tú nos regalas
y no una conquista
de nuestros esfuerzos y trabajos.

Gracias porque, con gran paciencia,
nos recuerdas que la fe es un don gratuito,
y que nuestra tarea es vivirla con humildad
y cuidar del regalo tan grande
que nos has confiado.
Gracias porque la fe, por pequeña que sea,
si es auténtica, es capaz de hacer grandes cosas.

Concédenos una fe sincera
que sintonice con tu nombre
en pensamiento, voluntad, corazón y vida.
Una fe que no sea medida,
sino semilla que arraigue en nuestro corazón,

Que no falte la humildad necesaria
para poner nuestra fe en servicio
e ir cambiando,
con nuestras humildes tareas,
las sutiles dictaduras de una sociedad
que no entiende de generosidad y gratuidad
y nos vende una felicidad caduca.

Gracias por tantos gestos sencillos y humildes
que en el día a día van vistiendo de sentido
y esperanza el mundo.
Pequeñas semillas que van creciendo
sin hacer ruido.
Gracias por regalarnos una fe
que es capaz de mover las montañas de nuestra vida.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Ayúdanos a crecer en el camino de la fe

Señor Jesucristo, se cumple ya un año
de la convocación de la Iglesia
a celebrar el Año de la fe.

Y como un día hicieron tus apóstoles
también nosotros te pedimos hoy y siempre
que nos ayudes a crecer en el camino de la fe.

Haz que no nos cansemos de pedírtelo
ni dejemos jamás de agradecerte este don.

Que el soplo del Espíritu reanime en nosotros
la preciosa llama de nuestro interior.

El evangelio nos dice que los apóstoles
te lo pidieron en grupo, todos juntos,
porque todos se sentían frágiles y sabían
que la fe no se vive individualmente
sino que es la razón de ser de la comunidad
en la que tú eres el Señor y el hermano mayor,
donde aprendemos a vivir como hermanos,
como servidores unos de otros,
y como discípulos que queremos seguirte.
Por eso, cuando respondes a la petición,
nos dices que el secreto de todo consiste
en fiarnos de ti, que nos enseñas a vivir
en la obediencia a la palabra del Padre
y en el servicio humilde y generoso a todos.

Así nos das a entender que la fe
consiste en vivir de cara a los demás
siguiendo la actitud de este Padre
que desde siempre ha querido amarnos
y que en ti, Señor Jesús, nos lo ha dado todo.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Que demos testimonio de nuestra fe con obras

Señor, que nos esforcemos
como si todo dependiera de nosotros
y seamos siempre conscientes
de que todo depende de Ti.

Señor, aleja de nosotros el fantasma de la duda.
Hazte presente en nuestro corazón
para que actuemos en el mundo
con generosidad e ilusión.
Que demos testimonio de nuestra fe con obras
y no caigamos en palabrería vana.

Líbranos, Señor,
del error de querer sobresalir
dentro de la comunidad cristiana
y que en todo momento recordemos
que en tu Iglesia la autoridad es servicio.

Señor, que no disfracemos
la «caridad cristiana» con la invasión
de la intimidad personal de los otros.
Que actuemos con sencillez
sin esperar aprobación o agradecimiento.

Aumenta nuestra fe, Señor,
para que vivamos estos tiempos de crisis
con esperanza y determinación
para poder ayudar a los que nada tienen
y levantar el ánimo
de los que han perdido su empleo.
Infunde valor y creatividad
a cuantos tienen en sus manos
crear puestos de trabajo.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
«Auméntanos la fe»…

Al igual que los apóstoles, Señor,
también nosotros te decimos:
«Auméntanos la fe».
Pero te pedimos además:
«Purifica nuestra fe». 

Nos llamamos «creyentes», Señor,
aunque nuestra fe suele ser
una fe que cree verdades
más que una fe que cree en ti
y confía en ti, por encima de todo. 

Recitamos el credo de memoria
pero muchas veces al final
hemos olvidado decirte
que sobre todo confiamos en ti. 

«Auméntanos la fe», Señor,
porque «si tuviéramos fe
como un granito de mostaza»,
el árbol mal arraigado de nuestra vida
daría los frutos que tú esperas
y que nosotros necesitamos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Te pido fe para buscar siempre tu huella

«El justo vivirá por la fe»
Señor, no me hace falta
plantar una morera en el mar,
y por esto no te pido tanta fe
como un grano de mostaza.

Pero sí que te pido al menos un pellizco de fe
para creer, en la enfermedad, que hay salud,
en la fría indiferencia, que hay bondad,
en el fragor de la guerra, que hay paz,
en la oscuridad de la muerte, que la vida vence.

No me des más fe de la que puedo soportar
sin perder el juicio,
no te pido signos celestiales, mensajes
ni apariciones, me basta con tu evangelio.

Te pido, esto sí, bastante fe
para no perder la esperanza,
para vivir confiado en tu promesa,
para caminar aunque no vea la meta,
para buscar siempre tu huella
y la chispa de bondad que queda
en mí y en cada ser humano.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Señor, te damos las gracias por el don de la fe

Señor, te damos las gracias
por el don de la fe.

Demasiado a menudo nos enorgullecemos de nuestros éxitos
sin darnos cuenta de que todo es un regalo de tu amor.
Por eso, cuando nuestras seguridades se tambalean,
nos invade una profunda desesperación.

Nos sentimos desamparados,
tomamos conciencia de nuestras limitaciones
y de nuestra incapacidad
para llevar a buen puerto la nave de la historia.

Nos olvidamos de ti,
de lo que has hecho por nosotros,
de cómo nos amas.

Queremos ser autosuficientes.
Preferimos vivir engañados
y creer que no te necesitamos,
pero esta mentira nos lleva a un callejón sin salida.

En cambio, cuando creemos,
cuando nos dejamos llevar por la fe,
nos sentimos seguros, aunque
vivamos inmersos en una tormenta.
Nos sentimos como niños en los brazos de su Padre,
nos sentimos acogidos, queridos, aceptados.

Señor, cúranos del orgullo
que no nos deja ver tu amor.
Danos la fe que necesitamos
para seguir adelante.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret