Señor, gracias por enseñarnos a orar,
por revelarnos que Dios es Padre
y que nosotros somos sus hijos queridos.
Gracias por tu generosidad,
por compartir tu relación con Dios.
Gracias por animarnos a no desfallecer en la oración,
a insistir, pedir, buscar y llamar,
por transmitirnos la seguridad
de que siempre seremos escuchados,
encontraremos y se nos abrirá.
Si nosotros que somos malos
damos cosas buenas a quienes queremos,
Tú, el Dios de bondad, ¡qué no harás por nosotros!
Queremos ser fieles a tu enseñanza,
honrar tu nombre con nuestras acciones,
esperar la llegada de tu Reino de paz y justicia,
pedir tu alimento para vivir cada día,
recibir tu perdón
y darlo al que nos ha hecho daño,
ignorar lo que sugiere el Tentador.
Reconocemos que todo esto
no lo podemos hacer con nuestras fuerzas,
y te pedimos tu Espíritu Santo.