Domingo XVII del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 24 Julio 2022
Venimos a tu encuentro para que nos enseñes a rezar

El encuentro contigo, Señor, cambia la vida.
Después de coincidir con tu palabra y persona,
necesitamos espacios de contemplación
para dejarnos interpelar por tu Amor
en la oración, que es escucha
y reflexión compartida.

Venimos a tu encuentro
como amigos inoportunos en medio de la noche,
para que nos enseñes a rezar
con la mirada atenta a todo lo que nos rodea.
Gracias porque nos regalas el pan de cada día,
y nos permites reconocer en la creación
el inmenso don de tu generoso amor,
que siempre acoge y perdona.

Gracias por recordarnos
que debemos perdonar
con libertad, respeto y dignidad.

Que no dejemos nunca de reconocer,
agradecer y alabar tu nombre,
presente en todo lo que es vida.

Gracias, Señor, porque es en la oración
que descubrimos que necesitamos vivir
con la tensión y ternura
de una compasión activa,
que esté siempre atenta
a las necesidades de quienes sufren.

Entendemos que necesitamos
seguir despertando la vida de la fe
en los niños y jóvenes,
siendo testigos de esperanza
desde la certeza de que eres nuestro Padre
y permaneces siempre con nosotros.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Enséñanos a orar

Señor,
no es fácil aprender una oración,
pero nos cuesta aprender a orar.

Perdónanos si, muchas veces,
movemos más nuestros labios
que nuestro corazón.

Y ya que –según el Apóstol-
no podemos decir «Jesús es el Señor»
si no es con la ayuda de tu Espíritu,
envíanoslo a cada uno de nosotros.

Haz que reconozcamos su presencia
y le sepamos acoger.

Él dispondrá de nuestro corazón
para que pueda ser morada divina.
Él hará que nuestras pobres palabras,
-reflejo de nuestra pobreza-
lleguen a ser oración sincera,
que diga lo que las palabras solas
no serían capaces de decir. 

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
"La Misa de cada día", de la Editorial Claret

Señor, gracias por enseñarnos a orar,
por revelarnos que Dios es Padre
y que nosotros somos sus hijos queridos.

Gracias por tu generosidad,
por compartir tu relación con Dios.

Gracias por animarnos a no desfallecer en la oración,
a insistir, pedir, buscar y llamar,
por transmitirnos la seguridad
de que siempre seremos escuchados,
encontraremos y se nos abrirá.

Si nosotros que somos malos
damos cosas buenas a quienes queremos,
Tú, el Dios de bondad, ¡qué no harás por nosotros!

Queremos ser fieles a tu enseñanza,
honrar tu nombre con nuestras acciones,
esperar la llegada de tu Reino de paz y justicia,
pedir tu alimento para vivir cada día,
recibir tu perdón
y darlo al que nos ha hecho daño,
ignorar lo que sugiere el Tentador.

Reconocemos que todo esto
no lo podemos hacer con nuestras fuerzas,
y te pedimos tu Espíritu Santo.

Señor, gracias por enseñarnos a orar
Padre, tu voluntad es que alcancemos la plenitud de la vida

Padre, que los que creemos en ti
vivamos de tal modo
que te deseen los que todavía no te conocen,
porque este es el mayor honor
que te podemos rendir.

Que venga tu Reino,
aunque para que venga
tengamos que participar de la cruz de Jesús,
que no nos conformemos
con un cómodo bienestar,
porque tu voluntad es
que alcancemos la plenitud de la vida.

Danos el pan que necesitamos para caminar,
enséñanos a ser agradecidos y a compartir,
y a prescindir de tantas falsas necesidades
con que nos engaña el consumismo.

Tú, siempre dispuesto a perdonar
y a darnos la mano para levantarnos,
haz que sepamos perdonar también
a los que nos hacen daño y se arrepienten,
y que seamos pacientes
con los que nos piden perdón.

No permitas que caigamos en la tentación
que nos aparta de ti, bajo forma
de soberbia, de desánimo o de cerrazón.
Amén.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Nos das a conocer al Padre

Señor Jesús, nuestro Amigo y Hermano,
te damos gracias porque
nos das a conocer al Padre:
Él no espera nuestra bondad o justicia
para amarnos y escogernos como hijos;
jamás tiene la puerta cerrada para nadie
y no desea la muerte del justo ni del culpable,
sino la vida y la salvación para todos.
Concédenos el deseo de ser más semejantes
a este Padre que nos das a conocer.

Te agradecemos también porque enseñas a orar
con palabras y con el ejemplo de vida.
Concédenos que no nos cansemos de pedir
el Espíritu Santo que el Padre desea darnos;
que nunca dejemos de buscar la paz,
la verdad y el bien para todos;
que no seamos tan orgullosos
que dejemos de llamar a tu puerta
pidiendo tu ayuda y tu luz.

Te pedimos especialmente, Señor Jesús,
por las personas que tienen miedo
de acercarse a Dios o de ser creyentes
porque no han comprendido aún
cómo el Padre las ama y desea su bien.
Ayúdanos a todos a superar
los miedos, los recelos y desconfianzas
que todavía se encuentran
en el camino de nuestra fe.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret