Gracias, Jesús, por todos los años
que conviviste con nosotros,
en el anonimato de Nazaret
o bien ante las multitudes.
Gracias por enseñarnos
a través de tu Palabra,
y también de tu ejemplo,
cómo debemos comportarnos
para ser verdaderamente humanos.
Te has convertido en modelo para creyentes y no creyentes.
Gracias por haber dado tu vida
por nosotros en la cruz.
Gracias por llenar de sentido
un sufrimiento que nos escandaliza.
Nos alegramos por tu victoria
sobre la muerte en la resurrección,
aunque no seamos capaces
de comprenderlo plenamente.
Nos desconcierta saber que estás vivo,
pero, al mismo tiempo, nos llena de alegría y de esperanza.
Y estamos alegres y entusiasmados
al saber que has vuelto con tu Padre,
pero sin abandonarnos.
Nos has prometido el Espíritu,
prepara nuestros corazones para recibirlo,
para que así podamos ser testigos de tu amor
en el mundo entero.