Miércoles de Ceniza

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Cuaresma
Data : 
Miércoles, 2 Marzo 2022
Nos invitas a vivir en verdad y transparencia

Nos pides, Señor,
que nos lavemos la cara y nos perfumemos
y aunque esto puede parecer un gesto superficial,
que se queda en la apariencia,
es una llamada a la autenticidad:
a despojarnos de todo maquillaje
para encontrar en Ti nuestro auténtico yo.
En este encuentro nos mueve la urgencia de dejar
un rastro del perfume de tu presencia
a nuestro paso.

Gracias porque nos invitas a vivir
en verdad y transparencia,
a hacer las paradas necesarias
en la ruta de nuestra vida.
Que, como el buen samaritano,
no pasemos de largo
y hagamos lo que hay que hacer.
Nada de esto se improvisa;
no se puede comprar ni tomar prestado.
Por eso nos recuerdas
que hay que prepararse para el camino,
entrenar el corazón a mirar como es debido
y librarse de cargas innecesarias
para poder tener las manos vacías,
dispuestas siempre al servicio.

Gracias por este tiempo de conversión,
de volver a las raíces de la misma vida
y, si es preciso, tomar la decisión
de cambiar la ruta o nuestro estilo de andar.
Concédenos la gracia necesaria
para no cansarnos ni detenernos.
Que nunca nos quedemos parados
al margen del camino
lamentándonos o con la queja en el corazón.

Gracias, Señor,
porque te sentimos y te sabemos cerca,
y pese a que la Cuaresma
es un camino personal,
nos invitas a vivirlo en comunidad,
en compromiso compartido.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
El sentido de la cuaresma cristiana

Las lecturas de hoy explican claramente
el sentido de la cuaresma cristiana.

Nos recuerdan que si el ayuno fuera un mérito,
habría que canonizar a todos los hambrientos de la tierra.  

Ayunar es amar.
El ayuno que Dios quiere sigue siendo
el de partir nuestro pan con el hambriento;
el privarnos no sólo de los bienes supérfluos,
sino aun de los necesarios en favor de los que tienen menos;
el dar trabajo al que no lo tiene
o ayudar a solucionar el problema del paro;
el curar a los que están enfermos de cuerpo o de espíritu;
el liberar al drogadicto o prevenir su caída;
el denunciar toda injusticia;
el dar amor al que está solo y a todo el que se te acerca. 

Cuanto hagamos en bien de los demás,
lo hacemos en diálogo continuo con el Señor
y sólo de Él esperamos la recompensa.  

La Cuaresma es también el momento de la belleza:
que nuestro hacer sea hermoso,
y que sepamos dedicar un tiempo a nuestro cuerpo
que es regalo de Dios.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Danos un corazón nuevo capaz de hacer el bien

Dios y Padre nuestro, hoy en la celebración
recibimos la ceniza en la cabeza
mientras escuchamos una consigna muy clara:
“convertíos y creed el Evangelio”;
la ceniza que recibo yo 
y cada hermana o hermano de la comunidad, 
y las palabras se dirigen
a cuantos queremos ser seguidores de Jesucristo.

Ayúdanos a entender y a vivir, Padre,
la conversión como este camino de cada día
que nos conduce a vivir movidos y atraídos
por tu bondad y tu gran amor, 
convencidos de que jamás nos convertiremos solos
sino dejándonos transformar por Ti
y por la fuerza de tu Espíritu Santo
que nos renueva interiormente 
y nos da un corazón nuevo capaz de hacer el bien.

Te pedimos, Padre, 
que durante la Cuaresma y toda la vida 
nos dispongamos a convertirnos
para poder gozar de la paz y la reconciliación
que generosamente ofreces a todos;
que nos convirtamos 
para tener un mundo más fraterno y justo 
donde podamos vivir con mayor dignidad 
y más en sintonía con el proyecto que Tú nos propones.

Que nos convirtamos para poder descubrir 
las cosas esenciales e importantes de la vida
y poder desprendernos de lo superfluo
que quizá nos esclaviza; 
que nos convirtamos
para poder vivir en la alegría interior y profunda
que sólo puede ofrecer 
la relación cordial y sincera 
contigo y con los hermanos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Jesús nos invita a recorrer el camino de la conversión diaria

Dios y Padre nuestro,
en el evangelio de hoy
tu Hijo Jesús no habla de ti
a quien llama «vuestro Padre celestial»
y también «tu Padre».

Te damos gracias
porque deseas ser nuestro Padre
y porque desde siempre nos amas
y nos consideras como hijas e hijos.

También debemos reconocer
que estamos lejos aún
de vivir como auténticos hijos e hijas tuyos.
Por eso Jesús nos invita
a recorrer el camino de la conversión diaria.

Ayúdanos, Padre, a vivir de tal modo
que los creyentes seamos
un reflejo de tu amor y tu misericordia,
de tu perdón y bondad sin límites.

Que nuestra vida esté sostenida
por tu Espíritu Santo,
para que nadie se aleje de ti
debido a la mediocridad
de quienes somos cristianos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret