Hoy, Señor, nos hablas de seguimiento,
confianza y fe.
Nos invitas a un seguimiento
en el pensar y el obrar
que se basa en el respeto y manifestación
de cada uno tal como es,
sabiendo que no todo lo que cargamos
en la mochila del corazón es lo mejor,
pero forma parte de nuestro bagaje personal,
y también lo amas
porque es el sello de nuestra identidad.
Con tu relación personal, Señor,
nos regalas la confianza
que nace del saber que en ningún momento
nos abandonas.
Ni en la tranquilidad del «todo va bien»
que no hace ruido en el alma,
ni en la tempestad intensa que nos impide oír
y merma la fuerza de nuestras manos
para seguir manteniendo el timón
de nuestra barca.
Gracias, Señor, por la fe
que se convierte en escucha activa de tu voz.
Fe que es diálogo,
y que nos hace darnos cuenta
que muchas veces,
lo más importante que nos ocurre en la vida
es lo que no se ve,
y que, contemplado con mirada de fe,
nos cambia la vida.