Gracias, Jesús, por hacernos
participar de tu vida.
Quienes pensaban que estabas muerto,
descubren una nueva manera de hacerte presente
que ha superado la caducidad de la existencia.
No es un sueño, es un hecho
aunque nos resulte muy difícil de explicar.
No es una efímera, agua de borrajas
sino una experiencia que perdura.
Tu resurrección ha reavivado
el corazón de miles de hombres y mujeres
a lo largo de los siglos.
Y hoy continúas presente.
Quisiéramos tener pruebas, como santo Tomás,
y nos basta sabiendo
que la fe no se extingue,
que el amor no se apaga,
que la esperanza no se desvanece.
Aunque vivamos dificultades,
aunque nos cueste creerlo ,
cuando compartimos en comunidad
lo que hemos visto y oído,
la llama del Evangelio crece,
la Buena Nueva de que estás vivo para siempre
y que estamos llamados a compartir tu vida.
Perdón por nuestra incredulidad
y gracias por tu paciencia.