Te agradecemos, Padre,
por todas las personas
que desde Santiago y los demás apóstoles
han dedicado su vida a sembrar el evangelio
en nuestra tierra y en el mundo entero;
gracias a estas personas hemos conocido
la fe que da sentido a nuestra vida,
y tenemos el gozo de formar parte de la Iglesia
iniciada por Jesús con sus discípulos.
Que desde la Iglesia nos esforcemos siempre
por seguir la palabra y el ejemplo de Jesús,
preocupándonos por servir
y no por ser servidos,
buscando la verdadera alegría y felicidad
poniéndonos al servicio del bien de todos.
Que las palabras de Jesús
que hemos escuchado:
«no será así entre vosotros»
nos estimulen a vivir
lejos de las ambiciones de poder
o de querer sobresalir
arrinconando a los demás.
Que la palabra que, como creyentes,
ofrecemos al mundo sea una palabra
fruto de la fe y de la sintonía con Jesucristo.
Que el apóstol Santiago sea una luz
que nos guíe hacia la plena luz que es Cristo;
que interceda
para que las comunidades cristianas
de España crezcan en fidelidad al evangelio,
sean fermento del Reino en la sociedad,
y todos vivamos como auténticos discípulos
y misioneros del Señor Jesús
muerto y resucitado.