Domingo VI del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 13 Febrero 2022
La felicidad está escondida en la calma

Gracias porque la lectura de tu palabra
es una escuela donde se aprende
tu lenguaje de Padre.

Gracias porque aprendemos contigo
que, muy a menudo, perder
es la clave para conseguir la mayor ganancia,
y que hacernos pequeños
nos permite subir montañas inalcanzables.

Gracias porque en el gesto
de desprendernos de lo que nos sobra
encontramos el espacio y el silencio necesario
para que hable en nuestras vidas
la gratitud por todo lo que hemos recibido,
gratuitamente, sin esperar nada a cambio.

Gracias por recordarnos
que muchas veces el primer paso para ser feliz
es detenernos y reorientarnos;
pedir poco por el camino,
dar mucho y soltar lastre.
Quizás no necesitemos más que eso,
ya que muchas veces
creemos encontrar la felicidad
en los fuegos artificiales,
pero está escondida en la calma.

Nos pides que nos cuidemos más unos de otros
y que no caigamos en la trampa del odio,
que nos nubla la mirada.
Es cierto que hay dificultades,
y en ocasiones todo cuanto tenemos es la noche,
pero sabemos que Tú nos esperas en la oscuridad
y nos recibes en un abrazo.

Gracias porque nos recuerdas que ser pobre
no significa únicamente no poseer,
sino tener alma de niño,
humilde y atenta al dolor del otro.
Aquí radica la auténtica felicidad.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
El camino de la felicidad

Nos dices, Señor
que las bienaventuranzas son
el camino de la felicidad.

Y porque tú nos lo dijiste
las aprendimos de memoria,
y las proclamamos el camino más excelente
y el resumen de tu mensaje.

Pero cuando buscamos felicidad,
probamos caminos que no son los tuyos…

Nos cuesta tanto abrir los ojos,
para vernos a nosotros mismos.
Nos cuesta reconocer la pobreza
y renunciar a la autosuficiencia…

Haznos seguidores tuyos, Señor.
Haznos descubrir y ansiar
el derroche de vida y de gracia,
de misericordia y de perdón
que Dios prodiga a sus hijos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
La verdadera felicidad es fruto del amor

Señor, que confiemos en las personas
en la medida que pueden responder.
Que no les obliguemos a ser diones
cuando son humanos como lo somos nosotros.

Que grabemos a fuego en nuestro corazón
las palabras de san Pablo:
Señor, tu resurrección es la base de nuestra fe
y la razón de la Eucaristía.
Haznos creyentes, Señor.

Señor, danos hambre y sed de justicia.
Que ante la incomprensión
no ocultemos nuestras creencias
y que seamos sensibles
ante la muerte y el dolor.

Señor, la felicidad que prometes en el evangelio
se hace realidad aquí y ahora.
Haz que comprendamos
que la verdadera felicidad es fruto del amor.

Señor, ayúdanos a comprender
que el amor, la amistad, la solidaridad,
la cercanía y la esperanza,
no se obtienen con dinero.
Son algo gratuito
que se da sin esperar nada a cambio.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Queremos arraigar junto al agua de tu Palabra

Señor, queremos ser como aquel árbol
arraigado a orillas del torrente,
que se mantiene siempre verde
y no deja de dar fruto.

Queremos arraigar junto al agua de tu Palabra.
Nos renueva por dentro.
Nos llena de vida y de esperanza.
Pero a veces no lo entendemos.

Contradice lo que vemos a nuestro alrededor.
Lo que nos promete parece imposible.
O tal vez nuestras raíces se han endurecido
y no nos dejamos empapar por tu Espíritu.

Por eso necesitamos escuchar una y otra vez
lo que nos dices,
releerlo, repetirlo, meditarlo,
para que penetre en nosotros,
para que nos fecunde,
para que se haga parte de nosotros mismos.
Entonces nos sentimos dichosos,
privilegiados, felices.
Nos inunda un gozo interior,
una certidumbre, una paz
que nadie nos podrá arrebatar.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret