Domingo XXV del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
B
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 22 Septiembre 2024
Nos has mostrado un camino asequible para todos

Gracias, Señor, porque tu salvación
no reclama grandes sacrificios,
sino algo que está a nuestro alcance: servir a los demás.

Si solo los más importantes tuvieran acceso a tu Reino,
muchos de nosotros no podríamos entrar.
Pero Tú no quieres que nadie quede fuera
y nos has mostrado un camino asequible para todos.

Te pedimos perdón por no estar atentos
a los problemas y las preocupaciones de los demás.
Nuestro egoísmo nos lleva a preocuparnos
solo por lo que nos afecta directamente,
mostrando indiferencia ante el sufrimiento de los hermanos.

Queremos acoger a los más débiles de nuestra sociedad,
aquellos que se encuentran desprotegidos,
los que están sin hogar o los extranjeros,
que despiertan recelos o sospechas.
Sabemos que Tú te haces presente en ellos
y que nos das la oportunidad de encontrarte
cuando atendemos sus necesidades.

Que tu Espíritu nos empuje
a dejar de lado nuestros intereses
y comodidades para servir a tus hijos queridos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Danos la delicadeza necesaria para ayudar sin hacer daño

Señor, nos cuesta entender
que el más importante
en la comunidad cristiana,
es quien más está al servicio de todos.
Que sepamos estar disponibles
y vivamos como don
el poder hacer un servicio a los demás.

Señor, en estos momentos muchas personas
dependen de ayudas públicas o privadas.
Que no les hagamos sentir humillados.
Danos la delicadeza necesaria
para ayudar sin hacer daño.

En nuestro mundo, Señor,
se habla mucho de paz
pero las desavenencias
cada vez son mayores.
Que sepamos escuchar al otro
y procuremos ver
lo bueno que hay en cada uno
en lugar de magnificar los defectos.

Señor, queremos poner paz
en nuestra vida y en nuestras relaciones.
Que sepamos decir la verdad con delicadeza,
sin menospreciar ni creernos mejores.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Señor, que las capacidades que nos has dado sean para el servicio y el amor.

Señor, no permitas que nuestros dones
se conviertan en instrumentos de destrucción,
discriminación, competitividad, envidia,
autosuficiencia y avidez de poder.
Que las capacidades que nos has dado
sean para el servicio y el amor.

Señor, tus ideas y proyectos nos asustan.
Conocías tu destino
y nos anuncias que siguiéndote
difícilmente nos darán un Premio Nóbel,
una medalla o cualquier otra distinción.
Nuestra recompensa
será estar en manos del Padre.

Los discípulos nos explican su miedo.
No ocultan
los momentos poco luminosos de su existencia.
Que como ellos, Señor,
seamos transparentes y veraces.
Que nuestras deficiencias
nos ayuden a comprender a los más débiles.

Señor, que nuestra grandeza
y principal aspiración
sea servir a los demás.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
¡No hay influencias!

Jesús,
cuando nos imaginamos o hablamos del Reino de Dios,
sólo podemos acercarnos a partir de
nuestros conocimientos y experiencias,
por eso, con frecuencia, lo enfocamos mal.

Tú tuviste que corregir la manera
de ver y de hablar de tus apóstoles.

En el evangelio de este domingo, corriges
la actitud de los que te pedían privilegios,
y también de la del grupo que los criticaba
porque querían ser los preferidos en el Reino.

Les haces comprender que en el Reino de Dios
no existen los privilegios, porque todo
se vive en un clima de amor y comunión.

Te pido que liberes mi plegaria
y mis esfuerzos de fidelidad
de toda pretensión y de la busca de privilegios;
haz que te ame y ame al Padre
con generosidad y sin ningún egoísmo.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Ayúdanos a construir fraternidad

Señor Jesús, sabemos que todos nosotros,
igual que los primeros discípulos, necesitamos
tu paciente y amorosa instrucción;
por eso te agradecemos por la Palabra escuchada,
por el Pan que nos alimenta,
por la comunidad donde vivimos
y celebramos la fe en familia,
por tu presencia entre nosotros
y por habernos escogido como discípulos.

Danos un deseo muy vivo y constante
de querer conocerte más profundamente
y de querer ser instruidos y guiados por ti;
que nunca caigamos en la tentación
de pensar que ya somos totalmente fieles.

Perdónanos por las ocasiones
en que hay rivalidades en el interior de la comunidad
o queremos ser los primeros y más importantes;
ayúdanos a construir fraternidad
y a valorar a cada persona como hija
de tu Padre y nuestro Padre y hermana nuestra.

Que la Iglesia sea cada vez más
una familia de hermanos,
donde el objetivo sea el servicio y la atención mutua;
que aprendamos a ver en cada persona
a alguien que lleva tu nombre,
sabiendo que tú, Señor Jesús,
te hiciste hermano de todos
y a todos recuerdas la dignidad que tenemos
como hijos del Padre.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Tú nos mandas a comunicar tu amor

Los celos y envidias surgen
del íntimo dolor de creer
que no somos suficientemente amados,
que otro nos ha robado el sitio
en el corazón de alguien
que querríamos que nos mirase
y que ahora tememos que nos ignore.

Sean más o menos justificadas,
en el fondo son enfermedades del alma,
de un corazón creado a la medida de Dios
y que ningún amor humano puede saciar.

Pero los que hemos recibido la Palabra de Dios
no tenemos derecho a sentirnos así.
aunque una madre pudiera olvidar
al hijo de sus entrañas,
Dios nunca nos olvidaría.
Él nos conoce uno a uno
y ha enviado a su Hijo
no a salvar a la humanidad en abstracto
sino a cada uno de nosotros.

Gracias, Padre, porque tu amor
nos permite vivir sin rivalidades ni envidias.
Tú nos mandas a comunicar este amor
acogiendo y sirviendo especialmente
a los que cuentan menos a ojos del mundo.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret