Domingo XXVII del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
A
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 4 Octubre 2026
Padre que no se cansa de amar

Dios y Padre nuestro,
hoy la Palabra invita a contemplarte
como el propietario que con amor e ilusión
planta la viña y hace cuanto puede
para que las cepas puedan crecer
y producir fruto.

Te contemplamos como el Padre paciente
que no se cansa de amar
ni de esperar una respuesta positiva
de nuestra parte,
que a veces producimos agrazones
o no sabemos reconocer
que todo el bien que existe en la Iglesia
y el mundo es fruto de tu amor,
y que no somos sus dueños.

Por eso te pedimos, Padre,
que nos dejemos trabajar por ti,
que tu rostro luminoso
renueve nuestro modo de pensar y sentir
para que no actuemos como propietarios
de lo que no es nuestro, sino tuyo.

Que aprendamos a colaborar contigo
cuidando lo que ha plantado
tu diestra amorosa:
nuestra vida y la de nuestros hermanos,
el universo que nos has confiado
para que sea el jardín y la casa
de toda la familia humana,
la capacidad de amar y hacer el bien
que, junto con tu Espíritu,
habita nuestro corazón.

Ayúdanos a ser, como Jesús,
testigos y constructores de tu Reino.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
En Ti nos movemos y existimos

Señor, la viña de la que nos hablas es el mundo,
y no has ahorrado en ella esfuerzos ni belleza.
Nos has entregado toda la creación
para que la cuidáramos
y la hiciéramos cada vez más habitable.
Te hemos fallado muchas veces,
pero cada vez somos más
los que nos preocupamos
por la hermosa viña que nos has dejado.

Señor, necesitamos ser importantes
y en nuestra ceguera hemos olvidado
que eres el principio y el fin de cuanto tenemos.
Ábrenos los ojos y danos la humildad necesaria
para recordar que somos criaturas muy amadas
y que en Ti nos movemos y existimos.

En tu viña, Señor, el único abono es el amor.
Que sepamos acoger a todos.
Que nadie se sienta excluido ni menospreciado.

Señor, que sepamos escuchar tu Palabra
para ser siervos útiles en tu viña.
Que pensando hacer el bien no despreciemos
a los que hablan en tu Nombre
y que nuestra vivencia cristiana
no se alimente de egoísmo
o de necesidad de figurar. 

"La Missa de cada dia", de l'Editorial Claret
Vuestros frutos perdurarán

Somos tu heredad, Señor, tu viña,
finca querida que aprecias con un amor especial.

Somos tu esperanza de fruto,
de uva y de buen vino, de vendimia y de fiesta.
Acaparamos tus preferencias,
te desvives por nosotros,
y de nosotros te ocupas,
nos cultivas y nos proteges,
haciendo tu cálculo ilusionado.
No escatimas trabajo ni jornaleros.

Sin embargo... ocurre que aquellos
en quien más confiabas te han fallado,
los responsables de la viña del Señor.

Parece que te ven demasiado lejano,
que has dejado demasiadas cosas en sus manos
y que pueden hacer lo que quieren.

Esta viña, Padre, que incluso ha costado sangre,
-el rechazo violento y la sangre de tu Hijo-,
no permitirás, lo sabemos, que deje de producir
frutos abundantes, con el mayor rendimiento.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Ayúdanos a ser, como Jesús, testigos y constructores de tu Reino

Dios y Padre nuestro, hoy la Palabra invita
a contemplarte como el propietario
que con amor e ilusión
planta la viña y hace cuanto puede
para que las cepas puedan crecer y producir fruto.

Te contemplamos como el Padre paciente
que no se cansa de amar ni de esperar
una respuesta positiva de nuestra parte,
que a veces producimos agrazones
o no sabemos reconocer que todo el bien
que existe en la Iglesia y el mundo es fruto
de tu amor, y que no somos sus dueños.

Por eso te pedimos, Padre,
que nos dejemos trabajar por ti,
que tu rostro luminoso renueve
nuestro modo de pensar y sentir
para que no actuemos como propietarios
de lo que no es nuestro, sino tuyo.

Que aprendamos a colaborar contigo
cuidando lo que ha plantado tu diestra amorosa:
nuestra vida y la de nuestros hermanos,
el universo que nos has confiado para que sea
el jardín y la casa de toda la familia humana,
la capacidad de amar y hacer el bien
que, junto con tu Espíritu, habita nuestro corazón.

Ayúdanos a ser, como Jesús,
testigos y constructores de tu Reino.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Danos un corazón muy sensible y abierto a los sufrimientos y las necesidades del mundo

¡Pasan tantas cosas!
Vivimos una «guerra mundial por partes».
Es tiempo de terrorismo y de economía salvaje,
de cambio climático y de incertidumbre política,
de secularización en toda Europa,
con comunidades cristianas envejecidas,
de refugiados huyendo de la guerra y del hambre
y muriendo en manos de mafias
mientras miramos hacia otro lado.

«Hermanos, no os inquietéis por nada»:
no es una invitación a la indiferencia.
Danos un corazón muy sensible y abierto
a los sufrimientos y las necesidades del mundo, siempre dispuesto a acoger, consolar,
dar alimento y vestido, escuchar…

Y que todo lo podamos hacer
desde tu paz, Señor,
sabiendo que tú estás con nosotros
y que lo has dispuesto todo
para que un día nos encontremos
en la plenitud de tu amor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Señor, enséñanos a ser agradecidos

Señor, enséñanos a ser agradecidos.
Es mucho lo que nos das,
te ofreces Tú mismo,
tal como lo vivimos en cada Eucaristía
con el pan y el vino.

A menudo estamos despistados
y no nos damos cuenta.
A veces estamos ofuscados
y nuestras preocupaciones
actúan como un velo que nos impide percibir tu amor.

Pero también somos egoístas
y venimos a verte solo
para que resuelvas nuestros problemas.

Te pedimos perdón
por ser tan interesados,
por no ser conscientes de tu generosidad
y no corresponderte como es debido.

Enséñanos a acoger lo que nos ofreces:
los sacramentos, la Palabra, la Iglesia…
sabiendo que no son de nuestra propiedad,
sino un regalo tuyo.

Enséñanos a responsabilizarnos de la tarea
que nos has encomendado;
a implicarnos en ella, sin pretender usurparla;
a trabajar duro, sin vanagloriarnos;
a no aferrarnos a los frutos que no nos corresponden.

Gracias por confiar en nosotros
y dejar en nuestras manos
el cultivo de tu viña.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret