Señor, gracias por haber venido a mi vida.
Gracias por haberte hecho presente a través de la creación,
por hablarnos mediante los profetas,
por encarnarte irrumpir en la historia,
por visitarnos en la vulnerabilidad humana,
por enviarnos tu Espíritu,
por seguir actuando a través de los sacramentos,
por acompañarnos discretamente.
Queremos estar atentos,
vivir en actitud de oración,
para no echar a perder
la oportunidad de encontrarte
en cada encrucijada de la vida.
No queremos estar distraídos,
ni dejarnos engañar por falsas ilusiones.
Queremos abrir los ojos,
alzar la mirada,
contemplarte entre nosotros,
porque no quieres ser un Dios lejano
sino que quieres estar al lado
de quien te necesita.
Gracias por este nuevo tiempo de Adviento,
porque es un momento de aprendizaje,
que nos ayuda a saber esperar,
a saber escuchar,
a saber reconocer.
Gracias porque eres un Dios
que cumple sus promesas.