Domingo XIX del tiempo ordinario

Cicle: 
C
Temps: 
Durant l'any
Domingo, 11 Agosto 2019
P. Josep Vilarrubias Codina, cmf

¡Estad preparados!

Jesús hoy nos invita a ser diligentes en la espera de su regreso:

Estad con el cuerpo ceñido y con las luces encendidas.

El criado fiel está atento, con el delantal ceñido y con la luz encendida en espera de la llegada del dueño por la noche. Con el delantal bien atado yendo por trabajo y con la lámpara encendida para no quedarnos adormilados a oscuras, así nos quiere el Señor para no estar sorprendidos con su llegada.

* Manos a la obra: durante todo el año litúrgico el Evangelio nos va indicando el trabajo que el Señor espera de nosotros en el día a día cumpliendo las tareas que se nos han confiado según la propia vocación y los carismas recibidos.

* Y con la luz encendida: actuar sólo porque toca o para ser vistos o por autocomplacencia, es ir a oscuras. Está la luz del corazón, conscientes de que en nuestro obrar somos objeto del amor del Dios Padre, Abbá; y acompañados de Jesús que se manifiesta hoy en nosotros y que por medio de nosotros ilumina a los hermanos, particularmente a los más débiles.

* Dichosos los criados que el dueño encuentra velando en el momento de su llegada. Tal como en la llegada del Adviento nos habla hoy de vivir despiertos, atentos a la llegada del Señor.

¿Qué llegada?:

- Su venida en gloria y majestad al final de los tiempos: "Ven, Señor Jesús".

- Su venida, más cerca de nosotros, cuando saldrá a recibirnos para acogernos en su Reino.

- La llegada de Jesús, cada día. Si estamos atentos a su venida en cada momento presente, cuando llegue el último momento de nuestra vida, estaremos a punto. Él siempre nos está llegando con su amor de Padre y de Amigo, Él no para de hacernos pequeños regalos, guiños. Yo esta mañana, en mi retiro en el monasterio de Les Avellanes, sentado en un banco he empezado a darme cuenta de que por todos lados llegaba el Señor con sus detalles: el rumor del viento, el canto de unos pájaros, el ruido del agua regando, la sombra espléndida bajo un sol ardiente, el saludo de una persona, el banco donde reposaba, la acogida de los hermanos maristas ... Y me he dado cuenta de que normalmente esta experiencia contemplativa de la llegada amorosa del Amado con sus regalos, a menudo se nos escapa porque nuestra mente y nuestro corazón no están suficientemente atentos en el momento presente, demasiado fijados en mil otras cosas. El pasado, pasado está, el futuro todavía no está. Lo que da sentido a nuestro vivir sobre el pasado y sobre el futuro es la forma como lo vivimos en el momento presente. Si estamos atentos, sobre todo en momentos de oración, nos podemos encontrar sorprendidos una y otra vez por el abrazo del Señor que nos llega y se manifiesta en "detalles" del momento.

* Vivir el momento presente, con el delantal ceñido y la luz encendida, nos hace conscientes de que este es un momento de bendición, como un diamante con varios reflejos. No hay que estar pensando en ello siempre; sólo necesitamos estar despiertos y atentos a la Palabra que nos va llegando, aprovechar momentos especiales y vivir con la costumbre de dar gracias. Puede ser en ocasiones repitiendo al compás del respirar: ¡gracias, Padre!

Tipus recurs pastoral: