Domingo III de Pascua

Cicle: 
C
Temps: 
Pasqua
Domingo, 5 Mayo 2019
P. Josep Vilarrubias Codina, cmf

"Tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero"

"Tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero"

El evangelio de hoy, el último capítulo de Juan, tiene un aire de misterio, de presencia, de ternura, de misericordia, de envío... Es como un eco de momentos importantes de la vida mortal de Jesús, que aquí encontramos en una síntesis preciosa: es en Galilea, junto al lago, en una escena entre el Resucitado y los discípulos. Él diálogo final de Jesús con Pedro no tiene pérdida.

Está junto al lago y es de madrugada. El grupo de los discípulos ha estado toda la noche pescando con las redes, y vuelven a tierra agotados, con las manos vacías.

• En la arena hay un hombre que se los mira y les dice gritando:

–      Chicos, ¿tenéis algo de comer?

–      No, no llevamos ni un solo pez.

Echad la red a la derecha y ahí encontraréis. Lo hicieron, y pescaron una enorme cantidad de peces. Juan, el discípulo amado, exclama:

–      ¡Es el Señor!

Y Pedro, una vez que se da cuenta se ajusta la ropa y se tira al agua.

¿Recordáis la ida de Juan y Pedro al sepulcro de Jesús la madrugada del domingo? Juan, el discípulo joven, sereno, intuitivo, muy cercano al mundo interior de Jesús, entró, vio y creyó.

Al volver a tierra vieron a Jesús ante un rescoldo encendido con pescado puesto en las brasas y un pan. El recibimiento a los pescadores que llegan fatigados de un trabajo inútil, es así de cordial y simple: un rescoldo con pescado asado y pan, en la orilla del mar.

Este relato, eco de la vida pública de Jesús, señala también algunos rasgos que debían ser fundamentales para las comunidades cristianas: sin Jesús las fatigas pastorales no sirven de nada si en el fondo no actuamos por amor a Él sino por egoísmo, por autocomplacencia. Eso sí, Él siempre está listo para recibirnos con su calor, con el pan y el pescado. Recordad la multiplicación de los panes y peces. Así de sencillamente conectamos con la mesa Eucarística.

Una vez han compartido el resultado de la nueva pesca Jesús se dirige a Pedro; le quiere confirmar la misión de ser pescador de hombres. Y ahora con el símbolo del pastor. Le confiará el rebaño para que vaya delante como guía, como estímulo y como garantía de la fe de los hermanos que se vayan adhiriendo a lo largo y a lo ancho del mundo y del tiempo.

Quisiéramos imaginar la mirada bondadosa de Jesús sobre un Pedro que en la Pascua había jurado seguirlo hasta la muerte y que esa misma noche le había negado tres veces.

Tres veces pregunta Jesús a Pedro si lo ama más que nadie. A la respuesta afirmativa Jesús le confía el pastoreo de los corderos y las ovejas.

Y ahora Pedro se da cuenta de la sutil referencia de Jesús a las negaciones la noche de la Pasión y le dirige la respuesta inspirada que lo será también para todos nosotros:
– Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.

Tú sabes de mis entusiasmos, de mi flaqueza, de mi cobardía en negarte repetidamente, tú lo sabes todo, y sabes que, sin embargo, yo te quiero.

Amiga, amigo, ¿no te sientes reflejado? El Señor conoce todas tus cosas, tus sentimientos, tus buenos momentos, los cansancios, las cobardías, tus ilusiones y tus fallos, tus fracasos. No te lo quedes, ponlo en las manos de Jesús: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Mira, Jesús no está resentido de nada tuyo, ni con ganas de hacerte malas caras, de abandonarte o de castigarte. Él es fiel a su amor sin fisuras, te ama como nunca, te purifica de tus suciedades, cura tus enfermedades, olvida todo tu pasado oscuro, te mira a los ojos y como Pedro te confirma en la misión que él mismo te ha confiado: en la Galilea de tus entornos, amigos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo, de deportes, de diversión, que todo el que te vea, escuche y se sienta querido por ti, que pueda percibir la presencia cálida de Jesús.

Y mirad cómo termina el texto:

Después de esto Jesús dice a Pedro: ¡Sígueme!

Es la hora de la vocación. Sí que él había ido siguiendo a Jesús pero demasiado confiado de sí mismo; había sido un poco creído, impulsivo y alardeando de generosidad, finalmente lo había negado. Pero ahora que tiene una experiencia clara de su pobreza, ahora es cuando con humildad y confianza ha descubierto que toda la riqueza le viene de Jesús mismo. Ahora puede captar de lleno la llamada de Jesús:

¡Sígueme! Serás pescador de hombres, pastor de mis ovejas.

Tipus recurs pastoral: