Gracias porque lo que nos salva es el amor.
El amor que de manera desbordante
Tú nos regalas,
y entregamos con sinceridad a los demás.
Qué difícil esta tarea
que nos has encomendado de amar,
que requiere una generosidad sin límites,
una actitud sincera del corazón
para hacer el bien e irse modelando en el alma
un talante a tu estilo.
Qué difícil nos resulta tener
como verdad de nuestros pasos
esta dirección.
Una forma de amar que cuesta de entender
a ojos de quien no te conoce
esencialmente como Padre.
Por eso te pedimos
que te hagas cercano a nosotros
con palabras inefables que expresen tu ternura,
tu entrañable piedad y tu gracia.
Aumenta en nosotros, Señor, la fe,
aquella que hace mover montañas,
aunque sea pequeña como un grano de mostaza,
porque necesitamos mucha fe
para vencer nuestros sentimientos y miedos
ante la ofensa del otro.
Amar así, de verdad,
sin ningún tipo de máscara,
es hacer presencia de tu amor,
hacerlo visible y cercano,
es lo que nos libera y nos salva
de la oscuridad del odio, de la venganza,
del corazón endurecido
que no sabe vencer el mal a fuerza de bien,
ni abrazar a los que se pelean y distancian.
Danos, Señor, la fe necesaria
para ser colaboradores tuyos.
Que construyamos entre todos
puentes de reconciliación,
lugares de encuentro y perdón
donde todos tengan un lugar.
Enséñanos a vencer el egoísmo
y a tener el mismo trato
que Jesús tenía con los demás.
Gracias, Señor,
porque tu amor es lo que nos salva.