Domingo XXX del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 23 Octubre 2022
Que nuestra oración nos acerque a tu proyecto

Que nunca caigamos, Señor,
en una lectura errónea
de la realidad de los demás.
Cada uno de nosotros
sabemos lo que nos preocupa,
lo que nos ilusiona
y lo que llevamos en el fondo del corazón.

No somos nadie para juzgar.
Lo más profundo de nosotros
es lo mejor de nosotros;
lo más honrado, lo más compasivo,
lo que más nos acerca a tu presencia
y donde mejor escuchamos tu voz.

Te rogamos que nuestra oración sincera
nos transforme, nos acerque a tu proyecto
con un corazón más justo, más compasivo,
e ir aprendiendo así con sencillez,
a crecer en tu presencia.

Concédenos la sinceridad del corazón,
y el silencio necesario para escuchar
lo que nos dices en la vida.
Gracias porque sabemos que quieres
manifestarte para ser nuestra luz
y nuestra felicidad.

Que en nuestra oración nunca falte
la petición para que cada persona viva en amor,
con dignidad, y que su relación con los demás
sea en bien de tu nombre.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Danos un corazón y unas actitudes de auténticos hijos tuyos

Dios y Padre nuestro, te damos gracias
porque quieres ser el Padre de todos,
invitando a la humanidad a formar
una familia de hermanos y hermanas
en que nadie menosprecie a los demás.

Haznos abrir los ojos y el corazón
para que te sepamos descubrir, valorar
y aceptar como Padre;
y considerar y amar a los demás
como hermanos y hermanas, miembros todos
de la misma y única familia
que tú has querido crear.

Te damos gracias, Padre nuestro,
porque tu Hijo Jesús nos enseña
a vencer la tentación de vivir encerrados
en nuestro pequeño mundo, sabiéndonos abrir
a tu amor y generosidad sin límites.

Te damos gracias por todas las personas
que ayudan, acompañan y valoran
a los últimos de nuestra sociedad.

Te pedimos perdón, Padre de bondad,
porque a veces llegamos a tratar a alguien
como si no fuera hijo tuyo
y hermano de Jesucristo y nuestro.

Te pedimos perdón porque a veces
nos sentimos orgullosos del bien que hacemos
y criticamos el bien que hacen los demás,
olvidando que todo es fruto de tu amor.

Dios y Padre nuestro, ¡danos un corazón
y unas actitudes de auténticos hijos tuyos!

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Danos, Señor, la sencillez del publicano

Gracias, Señor,
porque eres justo y no puedes ser parcial;
pero tomas partido sin disimulo
a favor del pobre,
escuchas las súplicas del oprimido;
no desoyes los gritos del huérfano
o de la viuda cuando repiten su queja;
sus penas consiguen tu favor.

Señor, tenemos cierta tendencia
a sentirnos mejores que los demás,
hacemos como el fariseo:
nos miramos piadosamente en el espejo
y pasamos el rato
hablando con nosotros mismos.
Danos, Señor, la sencillez del publicano
o la simplicidad del niño Claret,
que imaginaba que desde la imagen de María
salía un hilo telefónico hasta el cielo.

Que nuestra oración
vaya más allá de las palabras
y se exprese en nuestro cuerpo
y en nuestras acciones.

Señor, líbranos del pecado de orgullo,
de la inconsciencia
de creernos mejores que los demás
y danos la sencillez necesaria
para aceptar nuestros pecados y puntos débiles.
Porque sólo reconociendo nuestra realidad
puedes hacerte presente en nuestra historia.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Buenos y malos

Señor,
a nosotros nos gusta creer
que estas actitudes fariseas
que tú condenas en el evangelio
están muy lejos de nosotros. 

Damos valor para reconocer
que escondemos en el corazón
esa actitud que nos hace hablar
de «buenos y malos» en la Iglesia. 

Perdón, Señor, por las veces
que «nosotros» nos hemos creído
los fieles al evangelio de Jesús
y los fieles al espíritu del Concilio. 

Y perdón también, por las veces
que hemos menospreciado a los «otros»
a los que no piensan como nosotros,
y les hemos hecho responsables
de todas las crisis en la Iglesia. 

Ayúdanos a reconocer
que a todos nos falta mucho todavía
para ser fieles al evangelio de Jesús.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Tu amor me hace vivir y me hace capaz de amar

Señor Jesús, gracias porque nos has creado
a todos del mismo barro.
Te agradezco la paciencia infinita
que tan a menudo tienes que gastar conmigo,
cada vez que pienso
que he hecho una buena obra
digna de ser aplaudida y recompensada,
cada vez que justifico mis pecados
pensando que no son tan graves
como los de los demás,
cada vez que pienso
que el tiempo que te dedico en la oración
es un mérito que me tienes que agradecer.

Después de haberme hecho tantas gracias
aún te pido una:
que me hagas el don  de poder verme
tal como tú me miras.

Que me dé cuenta de que sólo tu amor
me hace vivir y me hace capaz de amar,
que capte la inmensa desproporción
entre tu amor creador y gratuito
y mis pequeñas mezquindades.
¿Quién soy?
Una criatura pecadora y perdonada.
Gracias.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Gracias, Señor, por no dejarnos nunca abandonados

Señor, gracias por tu justicia
que escucha la oración de los pobres,
responde al clamor de los desfavorecidos,
atiende el grito de los oprimidos,
acepta el arrepentimiento de los pecadores.

Gracias por no dejar nunca abandonados
a quienes no son bien vistos por la sociedad
porque no pueden aportar nada a los demás
o no encajan en los estereotipos establecidos.

Reconocemos que cuando las cosas nos van bien,
lo atribuimos a nuestros méritos,
nos enorgullecemos de nuestras capacidades,
nos sentimos superiores a los demás,
y hacemos alarde de nuestro éxito.

Te pedimos perdón
por esta actitud orgullosa y soberbia
que no advierte sus limitaciones
y olvida que cuanto recibimos viene de Ti.

Nuestra justicia solo nos puede llevar a la desesperación,
porque en algún momento nos equivocaremos
y entonces no tendremos nada que ofrecerte.

Gracias por hacernos saber
que si en ese momento bajamos la cabeza
y nos arrepentimos ante tu presencia,
Tú, como siempre, nos escucharás.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret