Señor, gracias por tu justicia
que escucha la oración de los pobres,
responde al clamor de los desfavorecidos,
atiende el grito de los oprimidos,
acepta el arrepentimiento de los pecadores.
Gracias por no dejar nunca abandonados
a quienes no son bien vistos por la sociedad
porque no pueden aportar nada a los demás
o no encajan en los estereotipos establecidos.
Reconocemos que cuando las cosas nos van bien,
lo atribuimos a nuestros méritos,
nos enorgullecemos de nuestras capacidades,
nos sentimos superiores a los demás,
y hacemos alarde de nuestro éxito.
Te pedimos perdón
por esta actitud orgullosa y soberbia
que no advierte sus limitaciones
y olvida que cuanto recibimos viene de Ti.
Nuestra justicia solo nos puede llevar a la desesperación,
porque en algún momento nos equivocaremos
y entonces no tendremos nada que ofrecerte.
Gracias por hacernos saber
que si en ese momento bajamos la cabeza
y nos arrepentimos ante tu presencia,
Tú, como siempre, nos escucharás.