Señor, gracias por haberte encarnado,
por darnos a conocer el deseo de Dios,
por mostrarnos cuáles son sus designios,
por dejarnos un rastro claro
en el camino que lleva al cielo.
A menudo, sin embargo,
solo buscamos nuestro beneficio
en vez de estar atentos a tu Palabra.
Reconocemos que te seguimos
porque nos sentimos queridos,
porque nos cautiva la sabiduría de tus palabras,
Porque esperamos un milagro
que resuelva nuestros problemas.
En cambio, Tú nos llamas a amarte,
a poner tu Reino por delante de nuestros planes,
a renunciar a nuestros intereses egoístas.
Porque si no te queremos,
no podremos ser fieles en los momentos de dificultad,
te abandonaremos cuando llegue la noche,
dejaremos tu obra a medias.
Que tu Espíritu Santo
nos ayude a conocer lo que Tú quieres,
desear lo que Tú deseas,
a amar lo que Tú amas,
a dar la vida por Ti.