Señor, queremos que vengas a vivir con nosotros,
pero primero tenemos que aprender a ser dóciles a tu Palabra.
Te pedimos perdón por tantas veces
que no hacemos caso de lo que nos dices,
pese a que nos lo hayas anticipado.
Enséñanos a amarte,
infunde en nosotros el deseo de cumplir tu voluntad.
Reconocemos que olvidamos con facilidad tus enseñanzas
y que nuestra inteligencia no siempre llega a entenderlas.
Envíanos tu Espíritu Santo,
el Defensor que nos recuerde tu mensaje
y abra nuestro entendimiento.
Pero sobre todo que encienda el fuego de tu amor,
la llama que nos purifique de nuestro egoísmo.
Así podremos recibir tu paz,
la paz que nos inunda
cuando nos ponemos a servir a los demás
y que serena el corazón herido.
Gracias, Señor, por no dejarnos solos
y enviarnos tu Espíritu,
el auxilio para nuestra debilidad.