Domingo II de Pascua

Cicle: 
C
Temps: 
Pasqua
Domingo, 28 Abril 2019
P. Josep Vilarrubias Codina, cmf

El Señor Resucitado les da su paz

¡Hoy tienes una felicitación! Le ha salido del corazón a Jesús Resucitado en manifestarse al discípulo Tomás: "¿Por qué has visto has creído? Felices los que sin haber visto, creerán".

No es justo que cargamos la duda sobre la persona de Tomás. Todos los demás discípulos se habían mostrado escépticos o descreídos cuando aparecían los primeros testigos de la resurrección. En cada caso tenía que presentarse Jesús mismo personalmente para aportarles la paz y la alegría de su presencia viva.

Nosotros también, en medio de las oscuridades necesitamos experimentar la presencia de Cristo vivo.

Como nos dice hoy Pagola, un día descubriremos que muchas de nuestras dudas nos pueden rescatar de una fe superficial que se contenta con repetir fórmulas, y estimular a crecer en amor y en confianza en Jesús.

Lucas en el relato de los dos discípulos de Emaús nos hace entender que el Cristo Viviente lo podemos experimentar:

- en el hecho de caminar juntos y unidos por su causa

- en el hecho de escuchar la Palabra de Dios en la liturgia y en la oración personal

- en el hecho de acoger al hermano desconocido

- en el hecho de la Fracción del Pan en la mesa de la Eucaristía.

El Evangelio de Juan nos relata las dos apariciones en el grupo de los apóstoles el mismo domingo de Pascua y el domingo siguiente:

Estando con las puertas bien cerradas por miedo a los judíos, Jesús se presenta en medio de los discípulos. No tiene que abrir puertas ni atravesar paredes; ahora está vivo con la nueva vida de Dios por quien ni el espacio ni el tiempo son un límite. Ahora está por encima del tiempo y del espacio.

"Paz a vosotros". Vencidos por el gran desengaño, por el miedo, y ahora por la sorpresa, el Señor Resucitado les da su paz. ¡Nos da su paz! En nuestros desengaños, fracasos, sentimientos de culpabilidad, en la baja estima, en nuestros miedos y nuestras dudas, ¡"Paz a nosotros!"

"Como el Padre me envió, así yo os envío". Nos preguntamos: ¿cómo lo ha enviado el Padre?: no como mensajero, sino como Hijo: "Este es mi Hijo, escuchadle" nos había dicho el Padre en la Transfiguración. Y así, tal como Hijo, Jesús en su Nueva Vida nos hace el don del Espíritu, el Espíritu Santo que nos hace hijos a nosotros. Hijos queridos, perdonados, salvados, glorificados: ¡Recibid el Espíritu Santo!

  • Enviados, ¿a qué? A compartir con Jesús su misión, dar testimonio de Nueva Vida para el amor: "Amaos como yo os he amado"... "Así conocerá la gente que sois mis discípulos"... "No hay amor mayor que el de dar la vida por los amigos".
  • ¡Y claro! Seremos, somos portadores de amor, del amor salvador de Dios si nos dejamos empapar del Espíritu de Jesús en la intimidad de la oración: "Estando muchos ratos a solas con Aquel que sabemos que nos ama". Y tal como añadirá la misma Sta. Teresa: "esto es cosa de obra".

"Recibid el Espíritu Santo". El Espíritu de Jesús será nuestra fuerza y ​​nuestra luz para aportar nuestro testimonio del amor de Dios hasta el extremo de ser portadores del perdón de Dios en el mundo.

El domingo siguiente Jesús se les vuelve a manifestar. Ahora también está Tomás. Le dice: Mira, toca las heridas de mis manos, mete la mano en la herida de mi costado. No seas tan incrédulo. ¡Sé creyente!La fe es la luz que nos ilumina para percibir el misterio de la Resurrección del Señor.

- ¡Señor mío y Dios mío! Es la primera y definitiva vez en que en la Biblia se unen los dos títulos: Señor (El hombre enviado), y Dios (Hijo del Padre).

La tradición popular lo pone en los labios de los creyentes en el corazón de la celebración eucarística: ¡Señor mío y Dios mío!

- ¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.

 ¡Felicidades, hermanos!

(Del salmo de hoy, 117)

Hoy es el día en que actuó el Señor
Alegrémonos y gozo.
... El Señor es Dios
¡Que él nos ilumine!

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