Domingo III de Adviento

Cicle: 
C
Temps: 
Advent
Domingo, 16 Diciembre 2018
P. Josep Vilarrubias Codina, cmf

Llevando en el corazón la luz de Navidad, resplandecerá en nuestro entorno

Este tercer domingo de Adviento es el de la alegría (dominica laetare, decíamos en latín). Así, ¡cómo suena! Es este un mensaje tan contundente que no nos lo podemos pasar "alegremente" sin captar su sentido profundo tal como se nos ofrece en la liturgia de hoy. En vísperas ya de la gran celebración de la Navidad, los textos bíblicos van poniendo luz por todos lados al mensaje de la alegría del Adviento.

"Vivid alegres en el Señor, repito, estad alegres. El Señor está cerca”. Lo escribía Pablo a su amada comunidad de Filipos, la primera población europea donde había anunciado el Evangelio y que le merecía una ternura especial por la acogida con que le habían recibido y por la forma como aquella gente había asumido la Buena Nueva.

Y lo explica:

- No os inquietéis por nada.
- En cada ocasión acudid a la oración y la súplica.
- Y presentad a Dios vuestras peticiones con acción de gracias.
- Y la paz guardará vuestros corazones.

La palabra del profeta Sofonías nos ha preparado los ánimos:

Grita de júbilo, ciudad de Sión...
Alégrate y celébralo de todo corazón...
Tu Dios lo tienes dentro como
salvador; por ti se ha transportado de alegría, te renueva su amor, está de
fiesta y te llama de júbilo como en días de encuentro...

¿No te parece que necesitamos detenernos a saborear, a contemplar y celebrar la alegría que Dios siente por causa nuestra? Alegría que Él nos quiere comunicar, ahora como nunca, en vísperas de esta Navidad de 2018.

En este nuestro tiempo y país nuestro con tantos dolores de cabeza, con tantos desencantos y tantos clamores, el mensaje nos llega como agua del cielo sobre tierra seca. ¿Oyes su sonido? La letra de este canto de la lluvia es un recital de esperanza y alegría.

"Nuestra alegría nadie nos la quitará". No es una alegría vacía, como una especie de droga alienante sin sentido.

Esta alegría tiene un por qué y tiene un como:

- porque el Señor se toma en serio nuestra vida y la quiere salvar. Él viene a salvarnos. Por nosotros ha transportado de alegría, nos renueva su amor. Un amor que nos salva. Él está en nosotros. ¡Estamos salvados!

Estábamos a oscuras y Él aparece como una gran luz, se nos recordará la noche de Navidad. Una luz que nos ilumina el misterio de nuestra existencia, nos lo hace ver con los ojos mismos de Dios. Somos la niña de sus ojos. Llegará como un niño que nos enamorará, se quedará con nosotros, se nos declarará amigo, dará la vida por nosotros y nos compartirá su Gloria de Hijo Heredero del Padre.

- Como una llamada nada efímera con la fuerte carga del Amor que es Dios. Un amor que estamos llamados a vivir sin grandes aspavientos, sino en la actitud sencilla y cordial de compartir, en el día a día, nuestro vestido con aquel que no tiene, nuestra comida con el que sufre penuria, sin que exijamos más de lo justo, y no ser violentos con falsas acusaciones y con dureza de trato... eso es lo que responde el Bautista a la pregunta sobre cómo deben preparar los caminos del Señor.

Saber compartir. Lo que somos y lo que tenemos. Detenernos a pensar qué y cómo y con quién. En el silencio de la oración y en el diálogo familiar y con los ojos bien abiertos en nuestro entorno, se nos encenderán las luces. Y a actuar con coraje. Llevaremos así en el corazón la luz de Navidad. Que resplandecerá en nuestro entorno.

En todo ello, tal y como concluye el evangelio de hoy, Juan anuncia la buena noticia que llena de sentido y alegría nuestra vida: Os está llegando aquel al que no soy digno de atarle el calzado. Yo bautizo con agua, El os bautizará con Espíritu Santo y Fuego.

Tipus recurs pastoral: