Domingo XXXII del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
B
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 10 Noviembre 2024
Nos muestras el camino de la generosidad

Señor, a menudo somos esclavos de nuestras seguridades.
Nos sentimos protegidos por nuestros bienes materiales,
por nuestras relaciones familiares,
por nuestra condición social.

Tú quieres que disfrutemos de los regalos de la vida,
pero nos muestras los peligros
de aferrarnos a todo lo que es efímero,
de poner nuestra felicidad
en manos de lo que caduca.
En cambio, nos muestras el camino de la generosidad.

Haz que descubramos que hay más alegría en dar que en recibir.
Tú mismo,
ofreciendo tu vida,
la recuperaste
abriéndonos las puertas de la salvación.

Que sepamos imitar la generosidad de la viuda
capaz de compartir lo que tenía,
porque conocía la humillación de la pobreza.

Que nuestras seguridades no nos hagan olvidar
a los hambrientos y a los encarcelados,
a los ciegos y a los forasteros,
a las viudas y a los huérfanos.
Así seremos verdaderas imágenes de tu amor.

"La Missa de cada dia", de l'Editorial Claret
No hacer del dinero nuestro dios

Señor, haznos generosos
como la viuda del Templo.
Que demos parte de lo que tenemos
en lugar de dar de lo que nos sobra.

Señor, que tu Iglesia crea y confíe
en tu Providencia.
Que los cristianos
no nos dejemos llevar por la avaricia
ni hagamos del dinero nuestro dios.

Líbranos, Señor, del consumismo,
que es una forma de avaricia.
Nos convierte en sedientos y adictos.

Señor, que la opción preferencial por los pobres
no sea mera palabrería.
que intuyamos las necesidades
de las personas que nos rodean
y nos sintamos felices
compartiendo lo que tenemos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
¿Qué me tienes preparado?

Señor,
cuando pienso en la promesa
de una vida mas allá de la muerte,
me pregunto qué me tienes preparado.

Sé que amas con amor de Padre
y que quieres compartir con nosotros
tu presencia y tu amor.

Pero no consigo imaginarme como será. 
Mi conocimiento y mi experiencia
están limitados a la realidad terrena.

Tu Palabra me dice que,
cuando te vea cara a cara,
seré semejante a ti.

Confío en tu amor
y avanzo esperanzado
hacia la plenitud de la vida junto a ti.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Comparte con generosidad y alegría

Gracias, Señor Jesús, porque propones
como modelo a una persona humilde y pobre,
con gran corazón y una generosidad total,
quizás como aquellas personas
que piden ayuda en nuestras comunidades,
o como aquellas que, olvidándose de sí mismas,
se dedican a servir gratuitamente
a cuantos lo necesitan.

Esta viuda nos recuerda que tú mismo,
siendo rico, te hiciste pobre para enriquecernos
gracias a tu pobreza y generosidad;
haznos comprender y vivir, Señor Jesús,
que la mayor riqueza de la humanidad
son las personas que se dedican generosamente
a amar, a hacer el bien,
a aliviar el sufrimiento de los demás,
a compartir gratuitamente la vida
y las cualidades personales;
y haznos superar el miedo a ser generosos.

Toca, Señor, el corazón de los que viven
alimentando el propio egoísmo y vanidad
y se creen superiores a los demás:
que descubran el valor de la fraternidad
que tú has vivido y propones;
que comprendan que lo que tienen
es un regalo del amor del Padre, que crece
cuando se comparte con generosidad y alegría.

Que jamás nos propongamos ser personas
con la soberbia de los escribas,
sino con la generosidad de aquella viuda
que ayudó a Elías, y la de aquella
que tú admiraste y alabaste en el templo.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
El pequeño bien que puedo hacer se multiplica cuando llega a tus manos

Gracias, Señor, por tanta gente
que prepara bocadillos
sabiendo que no van a solucionar la vida
de la gente sin techo.

Gracias por los que van a visitar a aquella anciana
y mitigan un poco su soledad,
sabiendo que les quedan tantos problemas
por resolver: la salud, la economía,
la falta de ascensor.

Gracias por tantos pequeños héroes anónimos
que hacen todo lo que pueden y,
lo que no pueden, lo dejan en tus manos.

Dame la capacidad de entrega
de la viuda pobre.
Que aprenda a no hacer el bien
esperando ser reconocido y aplaudido,
que acepte pasar desapercibido
y que la gente no me entienda,
porque sé que el pequeño bien que puedo hacer
se multiplica cuando llega a tus manos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret