Jesús,
me gusta verte integrado en la vida del pueblo,
como un buen ciudadano y un buen creyente.
En la sinagoga, comunicas con todos aquellos
que se reunían para aprender y rezar.
Aprovechas el día del reposo
para conversar con los amigos.
Aceptas la invitación de Pedro
y con los otros discípulos vas a su casa
y compartes el almuerzo de familia.
Como siempre,
estás atento a las realidades de la vida
y con naturalidad ayudas a los que te necesitan.
Tu presencia y tus palabras
tienen la eficacia de liberar a las personas
del mal y de la enfermedad; dan paz.
Como nosotros, usas del tiempo para descansar
y cultivar la amistad con los amigos.
Y, como no podía ser de otra manera,
expresas tu amor al Padre del cielo
en largos ratos de conversación con él,
en un ambiente de paz, silencio y oración.
Ayúdame a ser un buen ciudadano
y un buen creyente.