Domingo IV del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
B
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 28 Enero 2024
Señor, quiero ser tu discípulo y testigo

Señor Jesús,
el evangelio invita a contemplarte
entrando a la sinagoga con tus discípulos,
encontrando a la gente en las casa o caminos,
rezando con la comunidad o personalmente,
relacionándote con todos,
buenos y malos, sanos y enfermos,
sin excluir a nadie
y sin miedo a aproximarte
a marginados y pecadores.

Me admira, Jesús, tu capacidad
de renovar y transformar a las personas,
de no dar a nadie por perdido,
de provocar que quienes se encuentran contigo
y ven tu modo de ser y actuar
se hagan preguntas.

Y yo, junto con mis hermanos y hermanas
con quienes compartimos la fe,
quiero ser tu discípulo y testigo.

Haz que, permaneciendo
a tu lado, aprenda de ti cada día,
que desee adquirir tus actitudes,
que nunca me dé miedo acercarme a los demás,
a los que me puedan cuestionar,
a los que sufren o a los que viven
de modo muy diferente a lo que tú propones.

Haz que viva no como maestro,
sino como testigo, compartiendo la alegría
de haber sido cautivado por tu persona
y de experimentar en mí
la fuerza renovadora y curadora de tu amor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Llevar alegría e ilusión a quienes están desanimados

Todos estamos hartos de palabras y promesas
que al final quedan en nada.
Muchos nos encontramos en el meridiano de nuestra vida
y de pronto empezamos a cuestionarnos
el sentido de nuestra vocación,
de nuestro matrimonio e incluso la participación
en la parroquia, en el barrio o en los grupos de amigos.

Es el demonio inmundo en versión actual.
Jesús me enseña a llamar a mis demonios por su nombre.
A decidir por mí mismo y dar valor
a lo que es importante para mí y para los míos.

Tiene autoridad quien actúa y dice sin contradecirse.
Tiene autoridad quien sabe reconocer sus errores
y cambiar su actuación.
Tiene autoridad quien sabe decir la verdad sin ofender
y quien sabe reprender sin humillar.

Que la Eucaristía de hoy nos ayude a llevar alegría y la ilusión
a quienes se encuentran desanimados
y que seamos ejemplo de buen hacer
para nuestros jóvenes.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
La fuerza de tu palabra

Jesús,
cuanto más leo y medito el Evangelio,
más advierto su riqueza humana y sobrenatural.

He comprendido que para asimilarlo
he de imitar a tu madre, María,
que con un amor de madre y de creyente
guardaba en su corazón tus palabras y actitudes;
las meditaba y las convertía en oración.

Te agradezco
que nos hayas hablado con tanta claridad
del amor del Padre del cielo y de nuestra grandeza.

Pero no te has conformado con hablarnos;
también nos libras de las fuerzas del mal
y nos ayudas a vivir al ritmo del Espíritu de Amor.

Al igual que los de la sinagoga de Cafarnaúm,
quedo maravillado de la riqueza y de la fuerza
que voy descubriendo en tu Evangelio.

Tus palabras y tu modo de actuar
iluminan y dan fuerza a mi vida. 

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Quiero ser tu discípulo y testigo

Señor Jesús,
el evangelio invita a contemplarte
entrando en la sinagoga
con tus discípulos,
encontrando a la gente
en las casas o caminos,
rezando con la comunidad
o personalmente,
relacionándote con todos,
buenos y malos, sanos y enfermos,
sin excluir a nadie
y sin miedo de aproximarte
a marginados y pecadores.

Me admira, Jesús, tu capacidad
de renovar y transformar a las personas,
de no dar a nadie por perdido,
de provocar que quienes se encuentran contigo
y ven tu modo de ser y actuar
se hagan preguntas.

Y yo, junto con mis hermanos y hermanas
con quienes compartimos la fe,
quiero ser tu discípulo y testigo.
Haz que, permaneciendo a tu lado,
aprenda de ti cada dia,
que desee adquirir tus actitudes,
que nunca me dé miedo
acercarme a los demás,
a los que me pueden cuestionar,
a los que sufren
o a los que viven de modo muy diferente
a lo que tú propones.

Haz que viva no como maestro,
sino como testigo,
compartiendo la alegría
de haber sido cautivado
por tu persona
y de experimentar en mí
la fuerza renovadora y curadora
de tu amor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Comprometerse en el proyecto de Dios

Querido san Pablo, hoy vivimos
tan angustiados y tan divididos
que nos cuesta entender tu recomendación.

Parece que insinúas una superioridad
del celibato sobre el matrimonio,
aunque afirmas que no quieres atar a nadie.

En el fondo, presentas a todos el ideal
de un corazón unificado,
dedicado plenamente al Señor.

Ideal que se puede realizar desde la entrega
en el celibato generoso y fecundo
y también en un matrimonio cristiano que,
más allá de la atracción mutua,
se compromete en el proyecto de Dios.

Ideal que se desvirtúa
cuando el celibato se reduce a una vida cómoda,
individualista, centrada en sí mismo,
y cuando la vida de pareja no va más allá
de un equilibrio inestable entre dos egoísmos.

Querido san Pablo,
más que discutir la exactitud de tus palabras
vale la pena imitar tu vida, heroica pero feliz,
humanamente limitada, como la de todos,
pero unificada por la entrega total al Señor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Solo Tú conoces nuestros anhelos más profundos

Gracias, Señor, porque no dejas de hablarnos en ningún momento.
Primero escogiste profetas,
después enviaste a tu Hijo
y ahora te manifiestas a través de la Iglesia.

Tú sabes que necesitamos escuchar tu Palabra
por boca de uno de nosotros,
en un lenguaje inteligible.
Solo Tú sabes lo que necesitamos
y conoces nuestros anhelos más profundos.

Te pedimos que nos hagas dóciles
para acoger la novedad de tu enseñanza.
Jamás habíamos escuchado antes lo que Tú nos dices.

Danos la humildad para no rechazar
lo que no comprendemos,
para no atrincherarnos en lo que creemos saber.
Acalla las voces de nuestro interior
que rehúsan tu mensaje.
No permitas que nos engañen
haciéndonos creer que has venido a dominarnos,
en vez de curarnos y liberarnos.

Que tu Espíritu Santo nos libere de nuestros miedos
para poder acoger la Palabra
y dar testimonio de su poder transformador.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Que nuestro obrar cristiano sea una respuesta convincente y salvadora

Señor, el mal
está presente en nuestro mundo.
Nos cuesta creer en tu presencia
en muchos momentos.
Que nuestro obrar cristiano
sea una respuesta convincente y salvadora.

Se admiraban
porque hablabas con autoridad, Señor.
No resulta fácil hacerlo
cuando parece que todos piensan diferente.
Señor, que nuestro sí sea sí
y nuestro no sea no.
Líbranos de la palabrería.

Señor, convencías porque tus palabras
iban acompañadas de gestos.
También nosotros podemos realizar milagros
para devolver la esperanza
a los que se sienten oprimidos,
sin trabajo o sin hogar.
Que lo creamos, Señor.

Señor, hemos perdido credibilidad.
No nos fiamos unos de otros.
Que actúe consciente de lo que afirmo.
Que contraste mi vida con tu Palabra
y que evite la murmuración y el chiste fácil.
Que diga aquello que hace bien
y calle aquello que únicamente crea dolor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret